Arrupe

Arrupe miraba al mundo con confianza, no una confianza que le viniera de sí mismo, sino que le venía de sentirse parte activa de la mirada amorosa y comprometida de Dios que en Jesús se hace un «sí» total a la humanidad y a la vida. Sus frases habituales eran del estilo de «todo ser humano lleva en su misma esencia algo de bueno que debemos conducir a Dios»; «teniendo confianza mutua se consigue todo»; «podemos contribuir a que la parte luminosa aumente en el mundo».

Julio Martínez

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