Apotegmas. El diálogo de los sentimientos

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Cuando nos veamos tentados por la acedia, entonces, con lágrimas, dividamos nuestra alma en dos partes: una parte que consuela y otra que es consolada. Así, sembramos en nosotros mismos, semillas de una esperanza inquebrantable cuando cantamos con el rey David: «¿Por qué te entristeces, alma mía, y por qué te me turbas? Espera en Dios porque le alabaré; salud de mi rostro, Dios mío».

Tratado práctico 27
“El camino a través del desierto. 40 dichos de los padres del desierto” Anselm Grün

Si quieres, puedes convertirte en tu propio consuelo y sino, puedes seguir sufriendo, lo que tú prefieras. Generalmente, cuando estamos mal, nos decimos a nosotros mismos lo mal que estamos y lo reforzamos generando un círculo de malestar. ¿Por qué no romper el monólogo con un diálogo donde uno de los interlocutores sea positivo y nos recuerde que esa situación también la superaremos como hemos hecho con todas las demás de nuestra vida?.

Un comentario en «Apotegmas. El diálogo de los sentimientos»

  1. Hola que tal gracias por tu aportación.
    Es muy importante y a tener en cuenta para reforzar nuestro positivismo, ver las cosas más claras y pensar que lo podemos superar.
    Un saludo.

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