Cuando nos veamos tentados por la acedia, entonces, con lágrimas, dividamos nuestra alma en dos partes: una parte que consuela y otra que es consolada. Así, sembramos en nosotros mismos, semillas de una esperanza inquebrantable cuando cantamos con el rey David: «¿Por qué te entristeces, alma mía, y por qué te me turbas? Espera en Dios porque le alabaré; salud de mi rostro, Dios mío».
“El camino a través del desierto. 40 dichos de los padres del desierto” Anselm Grün
Si quieres, puedes convertirte en tu propio consuelo y sino, puedes seguir sufriendo, lo que tú prefieras. Generalmente, cuando estamos mal, nos decimos a nosotros mismos lo mal que estamos y lo reforzamos generando un círculo de malestar. ¿Por qué no romper el monólogo con un diálogo donde uno de los interlocutores sea positivo y nos recuerde que esa situación también la superaremos como hemos hecho con todas las demás de nuestra vida?.
Hola que tal gracias por tu aportación.
Es muy importante y a tener en cuenta para reforzar nuestro positivismo, ver las cosas más claras y pensar que lo podemos superar.
Un saludo.