El hombre y lo divino

«Hace muy poco tiempo que el hombre cuenta su historia, examina su presente y proyecta su futuro sin contar con los dioses, con Dios, con alguna forma de manifestación de lo divino. Y, sin embargo, se ha hecho tan habitual esta actitud que, aun para comprender la historia de los tiempos en que había dioses, necesitamos hacernos una cierta violencia. Pues la mirada con que contemplamos nuestra vida y nuestra historia se ha extendido sin más a toda vida y a toda historia (…) Aceptamos la creencia —“el hecho” de la creencia—, pero se hace difícil revivir la vida en que la creencia era no fórmula cristalizada, sino viviente hálito que en múltiples formas indefinibles, incaptables ante la razón, levantaba la vida humana, la incendiaba o la adormía llevándola por secretos lugares, engendrando “vivencias”, cuyo eco encontramos en las artes y en la poesía, y cuya réplica, tal vez, ha dado nacimiento a actividades de la mente tan esenciales como la filosofía y la ciencia misma. Solo arriesgados “novelistas” o los ambiguos pensadores se han adentrado, imaginándola desde su particular perspectiva, en aquella vida vivida bajo la luz y la sombra de los dioses ya idos. Y en cuanto al nuestro —a nuestro Dios—, se le deja estar, se le tolera.

Y así pasamos de largo, confinándolos en un nombre, ante fenómenos de la más honda significación, considerándolos como un hecho y, cuando más, buscando su explicación en las causas que nuestra mente actual estima como las únicas reales, las únicas capaces de producir cambios: causas económicas o específicamente históricas…»

María Zambrano en El hombre y lo divino

Cristo Resucitado de Bramantino

creo que es el retrato más hermoso jamás pintado. Incluso mi ateísmo vacila delante de él. No concibo que alguien pueda pasar ante esa figura sin detenerse. El rostro de Cristo es como una iglesia en la que el sufrimiento y la renuncia se hubieran desposado. Cada inteligencia, al mirarse en ese redentor, comprenderá cosas de las que nunca había oído hablar, pero que siempre había conocido: el miedo a la muerte, el castigo, la culpa, la fidelidad a una idea, la promesa de la belleza»

Prohaska, en Medusa, de Ricardo Menéndez Salmón

Ojos para ver en Tu figura tanta Belleza, tanta vida, tanto misterio escondido. Esos ojos…

El baile. Ritmo de Dios. Mística.

Andar todos sabemos,
pero bailar con músicas que se oyen
en nuestro corazón
es un asunto más bien delicado.
Tú haces fácil lo que es inexplicable,
sigue sin entenderse,
y el baile que no cesa
explicará a lo vivo tu presencia.

Carlos Pujol, El corazón de Dios

Para tí es mi música, Señor, voy a seguir el camino perfeto.

¿Cuándo vendrás a mí?

Demasiado llenos- El Corazón de Dios

No te voy a contar
nada nuevo: vivimos
en una casa demasiado llena.
Con muebles, versos, chismes,
perifollos y plantas de interior,
palabras que no quieren decir nada
y soberbias locuras
para pasar el rato.
Es lo que llaman calidad de vida.
El día en que nos llames estaremos
doblemente desnudos,
echando en falta en medio de la luz
el engaño a los ojos de las cosas.

 

Carlos Pujol

El Corazón de Dios

El escándalo de la división

Hoy me he encontrado con esto y me he preguntado si construyo comunión (Koinonía) o si más bien creo división con mis comentarios sobre lo que la Iglesia debería hacer…

Los católicos se enorgullecen de permanecer unidos; ahora bien, tras la autorreforma del concilio Vaticano II en el siglo XX, los católicos están divididos. Los ultraconservadores están convencidos de que la iglesia se ha ido lejos de aquellos «excelentes días de antaño», y los liberales están convencidos de que la iglesia no se mueve lo suficientemente de prisa; ambos son muy críticos respecto al Papa por no situarse a su lado. Hay que recordar, empero, a todos los cristianos, que romper la koinonía no es precisamente imitar los valores de la iglesia primitiva.

Raymond Brown. Introducción al Nuevo Testamento

¿Qué me he respondido? En fin, he acabado rezando la oración de san Efrén: Señor y dueño de mi vida, el espíritu de ocio, de indiscreción y de locuacidad, no me lo des…

Hacer silencio

 

«¿Se puede estar en el mundo sin pensar en nada?»

Si. Se puede hacer silencio. Y escuchar la Palabra.

Se puede escuchar la nada. Y en la nada entrar en el Todo.

Se puede contemplar el vacío. Y en el vacío llenarse.

Se puede estar un rato cada día pensando el no pensar,

sentado, a solas con el misterio.

El misterio de un Dios más grande que tú mismo.

 

 

Familias numerosas

Hay una mentalidad dominante que hace depender el número de hijos del dinero que se gana. No voy a ser yo quien diga que no tiene nada que ver. Pero si puedo constatar que la gran mayoría de familias que tienen muchos hijos, si se plantearan el problema en la misma clave, no los tendrían. Al final se trata de valores y prioridades que nos retratan

No es cierto que el obstáculo principal contra la natalidad en España sea la crisis económica, por más que ésta implique en lo inmediato alguna caída adicional en la tasa de fecundidad. Cuando todo iba bien, en el largo ciclo expansivo de la economía entre 1994 y 2007, los españoles no teníamos más niños que ahora. Y en Alemania, sin desempleo ni burbuja inmobiliaria, con una renta per cápita mayor que la nuestra, y donde parece más fácil que aquí la conciliación entre vida laboral y familiar, la tasa de fecundidad es tan baja como la española. Tener o no tener hijos es cuestión, sobre todo, de valores y prioridades en la vida.

Dogmatismos

El otro día -cosas que le pasan a uno- leía el libro que ha escrito Benedicto XVI (sí, el Papa) sobre Jesús de Nazaret. En su introducción decía:

 

Este libro no es en modo alguno un acto magisterial, sino únicamente expresión de mi búsqueda personal del «rostro del Señor». Por eso, cualquiera es libre de contradecirme. Pido sólo a los lectores y lectoras esa benevolencia inicial, sin la cual no hay comprensión posible»

Y sentí vergüenza al leer estas palabras. Vergüenza por la cantidad de veces que, desde mi ignorancia absoluta, pontifico sobre temas de los que ni tan siquiera estoy bien formado. Y pienso que, si todo un Papa dice esto, tal vez deberíamos bajar un poquito más la cabeza.

Cuántas veces en la Iglesia se defienden de forma dogmática ideas desde posturas que se cierran al diálogo. Sean de la corriente que sean. Al final los extremos, como ocurre siempre, han acabado tocándose. Aunque ambos lo nieguen.

Qué bien dicho: «pido esa benevolencia inicial sin la cual no hay comprensión posible»

Y yo pido llegar a ser más humilde.

 

 

Saber mirar. Ver (VI)

«Dickinson iba tejiendo otro tipo de épica, basada en  la gloria de lo pequeño, el misterio de lo cotidiano, la universalidad de lo doméstico y de lo privado, la insuperable incomprensibilidad de lo inmediato. Las cosas esenciales de la vida suceden a diario…ante las sucesivas generaciones de ojos que lo saben escrutar, que siempre han sido pocos, ya que se diría que hay que haber nacido con un don especial para saber ver y decir las cosas evidentes»

Juan Marqués en la presentación a

Emily Dickinson, El viento comenzó a mecer la hierba, Nordicalibros

La vida es sueño

Sus temores son nuestros temores, sus anhelos son nuestros anhelos, su lucha por sobrevivir en un mundo habitado por la incertidumbre es la nuestra. Sus palabras…se encuentran en nuestra alma y la engrandecen y serenan…

Nos admira, en definitiva, la capacidad del ser humano de dibujarse a sí mismo, de reconstruirse, a través del pensamiento, de la inteligencia, de la comprensión de lo humano, de la búsqueda de la verdad, ora en la ficción, ora en la realidad.
 
Helena Pimenta, directora de la versión de La vida es sueño,  de Calderón de la Barca, CNTC 2012