7. Sólo por hoy haré por lo menos una sola cosa que no deseo hacer, y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere
Juan XXIII
Categoría: Cita
Educar personas en la belleza y lo moralmente bueno
No basta con enseñar a un hombre una especialidad. Aunque esto pueda convertirlo en una especie de máquina útil, no tendrá una personalidad armoniasamente desarrollada. Es esencial que el estudiante adquiera una comprensión de los valores y una profunda afinidad hacia ellos. Debe adquirir un vigoroso sentimiento de lo bello y de lo moralmente bueno.
Einstein
Decálogo de la serenidad V
Decálogo de la serenidad IV
Decálogo de la serenidad III
Decálogo de la serenidad II
Decálogo de la serenidad I
Libertad chirle
Sé que ustedes no quieren vivir en la ilusión de una libertad chirle que se deja arrastrar por la moda y las conveniencias del momento. Sé que ustedes apuntan a lo alto, a decisiones definitivas que den pleno sentido a sus vidas.
Francisco
Hagan lío
Quiero lío en las diócesis; quiero que se salga afuera, que la Iglesia salga a las calles. Las parroquias, los colegios, las instituciones son para salir, si no salen se convierten en una ONG ¡y la Iglesia no puede ser una ONG!
Francisco
Declaración
De película: The wind rises
No se ha estrenado todavía aquí, pero la presentó Miyazakis, el genio de la animación, en el último festival de Venecia. Llena de sugerencias, poética, profunda. El trailer comienza con una hermosa pregunta: ¿quién ha visto el viento?
Sed compasivos
¿cuándo reconoce el hombre que ha alcanzado la pureza? Cuando considera buenas a todas las personas, sin que ninguna le parezca impura o manchada. Verdaderamente es entonces cuando es puro de corazón.
y ¿qué es esta pureza? En pocas palabras: es la compasión hacia el universo entero. Y ¿qué es la compasión del corazón? Es la llama que arde en toda la creación, por todos los hombres y mujeres, por todos los animales, por todos los demonios, por todo ser creado. Cuando piensa en ellos o cuando los mira, el hombre siente que sus ojos se llenan de lágrimas por una profunda e intensa piedad que le oprime el corazón y que le hace imcapaz de tolerar, de oír, de ver el más mínimo error o la menor aflicción soportada por una criatura. Una compasión inmensa y sin medida nace en el corazón del hombre a semejanza del de Dios»San Isaac de Siria