En lo escondido I

«Grande contento es para el alma entender que nunca Dios falta del alma, aunque esté en pecado mortal ¡cuánto menos de la que está en gracia! ¿Qué más quieres, ¡oh alma!, y qué más buscas fuera de ti, pues dentro de ti tienes tus riquezas, tus deleites, tu satisfacción, tu hartura y tu reino, que es tu Amado, a quien desea y busca tu alma? ¡Gózate y alégrate en tu interior recogimiento con él, pues le tienes tan cerca; ahí te desea, ahí le adora y no le vayas a buscar fuera de ti, porque te distraerás y cansarás y no le hallarás ni gozarás más cierto, ni más presto, ni más cerca que dentro de ti! Sólo hay una cosa, es a saber, que, aunque está dentro de ti, está escondido. Pero gran cosa es saber el lugar donde está escondido para buscarle allí a lo cierto; y esto es [lo] que tú también…, alma, pides, cuando con afecto de amor dices: ¿Adónde te escondiste?

San Juan de la Cruz

Sí al amor, sí a la vida

miremos a Dios como al Dios de la vida, miremos su ley, el mensaje del Evangelio, como una senda de libertad y de vida. El Dios vivo nos hace libres. Digamos sí al amor y no al egoísmo, digamos sí a la vida y no a la muerte, digamos sí a la libertad y no a la esclavitud de tantos ídolos de nuestro tiempo; en una palabra, digamos sí a Dios, que es amor, vida y libertad, y nunca defrauda (cf. 1 Jn 4,8, Jn 11,25, Jn 8,32). Sólo la fe en el Dios vivo nos salva
Papa Francisco, obispo de Roma

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De poesía: olvido de ti mismo

No son la primavera o los rosales
ni la suave fragancia de los lilos
ni el narcótico vuelo
del mosquito al que dora el sol tardío.

No es tampoco esta hora
con todo su ascendiente y su prestigio,
la hora en que el silencio va tejiendo,
con su hilo más fino.

No el ruiseñor que canta ni mis sueños
me retienen atado a tan grato infinito,
sino el dulce desvelo de volverme
olvido de mí mismo.

Andrés Trapiello

111 pajaro del atardecer

La vida simple I: vanidad de la foto.

A la tarde asoma el sol y la nieve toma un tinte de acero. Las placas blancas brillas con el resplandor del mercurio. Trato de tomar una foto de este fenómeno pero la imagen no transmite nada de la irradiación. Vanidad de la foto. La pantalla reduce lo real a su valor euclidiano. Mata la sustancia de las cosas, comprime su carnadura. La realidad se aplasta contra las pantallas. Un mundo obsesionado por la imagen se priva de saborear las misteriosas emanaciones de la vida. Ningún objetivo fotográfico captará las reminiscencias que despliega un paisaje en nuestras almas»

S. Tesson

De poesía: sueño soñado. La rosa de la realidad

Lo que sueñas no es sueño. Abre los ojos
y míralo ante ti. ¿Tardó en cumplirse
tu rosa verdadera?
Tardaste tú en soñarla.

Este poema de Eloy Sánchez Rosillo me hace buscar un texto de Gustavo Martín Garzo:

«Y qué nos dicen esos libros? Algo muy simple: que podemos traernos cosas de los sueños. Coleridge tiene un poema en que un poeta sueña con un jardín fabuloso donde todo es perfecto. Paseando por sus senderos, ve un hermoso rosal y toma distraído una de sus rosas. Pero algo pasa y se descubre, de golpe, acostado en el cuarto inmundo de una pensión. Comprende decepcionado que ese jardín sólo ha existido en su fantasía y, cuando trata de volver a dormirse, ve sobre la mesilla la rosa que acaba de cortar. Puede que el jardín fuera un sueño, pero se ha traído de él una flor. ¿Es posible esto? La literatura nos dice que sí. El poema es la prueba. Coleridge no se limita a soñar con un lugar maravilloso, sino que escribe un poema que podemos leer. Ese poema es la rosa, una rosa de palabras. Leerlo es pasear por el jardín encantado, aspirar sus aromas desconocidos, llevar en las manos la rosa soñada.»

de un poeta a otro

[Pintura] «Las rosas» (detalle), 1948

Rosas, Ramón Gaya

De poesía: milagro de la luz. Asombro.

Nunca se acaba de entender el alba.
Por más que uno la observe un día y otro
-sobre todo en verano-, no se puede
desvelar el motivo de sus hábitos
ni los secretos de su condición.
Todo es en ella prodigioso y nadie
consiguió descifrarla.
Miro, absorto,
el mágico momento en que la noche
deja de ser la noche y rompe el día.
Desde la oscuridad que ahora me envuelve,
con el balcón de par en par abierto,
constato este milagro de la luz
que no es aún casi luz, que es luz apenas.
Y nada inquiero, nada me pregunto.
Ante un asunto así, tan delicado,
sólo hay lugar en mí para el asombro.

Eloy Sánchez Rosillo, Antes del nombre

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El último gesto por la paz. Levantarse de la postración ética. Sueño de locos.

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Nos sentimos dichosos de haber podido formar parte de ese grupo de gente que supo levantarse de la postración ética que sufría nuestra sociedad para emprender el camino hacia el horizonte de la dignidad humana. Queremos agradecer a todas las personas que se sumaron a alguna de nuestras convocatorias su apoyo y su compañía. Gracias a ellas, la iniciativa de Gesto por la Paz no se quedó en el sueño de unos locos y pudo convertirse en el clamor mayoritario de quienes queríamos vivir en paz y libertad”.

Comunicado final de Gesto por la paz, en su disolución