Alabar a Dios I

¿Y cómo se alaba a Dios? Se le alaba saliendo de nosotros mismos, «gratuitamente, como es gratuita la gracia que Él nos da», explica el Papa Francisco. El mismo invita a un examen de conciencia sobre la manera de rezar a Dios, dirigiendo a los presentes esta pregunta:

«Usted que está aquí en Misa, ¿usted alaba a Dios o sólo le pide o le da gracias? ¿Pero alaba a Dios? Es algo nuevo, nuevo en nuestra vida espiritual. Alabar a Dios, salir de nosotros mismos para alabar; perder tiempo alabando. ‘¡Esta Misa, qué larga se ha hecho!’. Si no alabas a Dios, no conoces esa gratuidad de perder el tiempo alabando a Dios, la Misa es larga. Pero si tienes esta actitud de alegría, de alabanza a Dios, ¡eso es hermoso! La eternidad será eso: ¡alabar a Dios! Y no será aburrido: ¡será bellísimo! Esta alegría nos hace libres».

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Seguir a Jesús III: papa Francisco

«Las riquezas -constató el Papa Bergoglio- son un obstáculo» que no facilita «el camino hacia el Reino de Dios». «Cada uno de nosotros tiene sus riquezas», siempre hay una riqueza que nos «impide acercarnos a Jesús». Todos, prosiguió, «debemos llevar a cabo un examen de consciencia sobre cuáles son nuestras riquezas, porque nos impiden acercarnos a Jesús en el camino de la vida».

El Papa después hizo referencia a dos «riquezas culturales»: sobre todo la «cultura del bienestar, que nos vuelve poco valientes, nos vuelve flojos y nos cuelve también egoístas». El bienestar «nos anestetiza, es una anestesia

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Seguir a Jesús II. Fascinación riquezas

El «bienestar» nos «anestesia», «nos hace perezosos y egoístas», afirmó el papa Francisco hoy durante la misa celebrada en la capilla de la residencia Santa Marta. Lo «provisorio» nos asusta frente a las cosas definitivas. «El bienestar y lo provisorio son cosas que pueden alejar de Dios, son riquezas que, como el joven rico del Evangelio, impiden seguir hasta el fondo a Jesús

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Seguir a Jesús I: papa Francisco

El seguimiento de Jesús es justamente esto: ir con Él por amor, tras Él: el mismo recorrido, el mismo camino. Y el espíritu del mundo es aquel que no lo tolerará y nos hará sufrir, pero un sufrimiento como aquel de Jesús. Pidamos esta gracia: seguir a Jesús por el camino que Él nos ha hecho ver y que Él nos ha enseñado. Esto es bello, porque jamás nos deja solos. ¡Jamás! Está siempre con nosotros.

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Adorar. Madre Teresa. Papa Francisco.

«Piensen en la Madre Teresa: ¿qué cosa dice el espíritu del mundo sobre la Madre Teresa? ‘Ah, la Beata Teresa es una mujer buena, ha hecho tantas cosas buenas por los demás…’. El espíritu del mundo nunca dice que la Beata Teresa, todos los días, durante muchas horas, permanecía en adoración… ¡Jamás! Reduce la actividad cristiana a hacer el bien social. Como si la existencia cristiana fuese un barniz, una capa de cristianismo. El anuncio de Jesús no es una capa: el anuncio de Jesús llega a los huesos, al corazón, llega adentro y nos cambia. Y esto no lo tolera el espíritu del mundo, no lo tolera y por esto se dan las persecuciones»

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La pregunta sin respuesta

Ives tenía una idea muy exaltada del lugar de la música en la comunidad democrática. Quería que la música llegara a todo el mundo porque en ella estaba expresado lo más generoso, lo más hondo y universal de la condición humana, el poderío originario de la naturaleza, el temblor ante lo ilimitado y lo desconocido»
Antonio Muñoz Molina, Desbordamiento de Charles Ives, Babelia 18 e mayo de 2013

Amores bendecidos

-¿Qué amores bendice la iglesia y qué amores no caben en la bendición?
-El amor, cuando es amor, siempre se bendice y porta bendición. Se bendicen los amores que son gratuitos, desinteresados, el amor que no busca el propio bien sino el de los demás, en definitiva, el amor-ágape. No se pueden bendecir los amores que no responden a cuanto acabo de decir. Es más, en este caso no se debería usar la palabra amor, pues es tan exigente y grande que no pude ser utilizada sino con ciertas condiciones

Fray José Rodriguez Carballo, ABC 18 mayo 2013

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Desesperanza


Cunde la desesperanza Fray José…

-Para un creyente no hay lugar para ello. Nuestra esperanza, en cuanto discípulos de Jesús, no está en nuestros «carros y caballos», en lo que somos o tenemos. Está en el Señor, para quien «nada hay imposible», como dice el Evangelio, y, apoyándonos en él, también podemos decir con san Pablo: «Todo lo puedo en aquel que me da la fuerza».

Fray José Rodriguez Carballo, ABC 18 mayo 2013

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