Vida oculta de Jesús

John le Carré escribió que hay que pensar como un héroe para portarse simplemente con decencia en la vida cotidiana, y casi todos nosotros creemos que hace falta un impulso de rebeldía y una vocación de disidencia para atreverse a no secundar la injusticia. Pero lo mismo que muchas grandes canalladas las cometen personas dedicadas con celo al cumplimiento del deber, también hay actos de heroísmo y de resistencia que se llevan a cabo sin aspavientos y gente de orden que en un momento dado elige decir no, llevar la contraria, aceptar el escarnio e incluso la persecución.

Todos ellos eligieron en algún momento de sus vidas negarse a obedecer ciertas órdenes o atreverse a romper ciertas reglas con la plena seguridad de que se buscarían probablemente la ruina y con toda seguridad el rechazo de la mayor parte de aquellos con los que convivían y a quienes respetaban. Ninguno actuó forzado por las circunstancias ni por un interés personal. Cada uno de ellos, a cambio de pagar un precio muy alto, actuó con justicia y salvó o mejoró las vidas de otros. Ninguno ha obtenido la menor recompensa.

 

Leo el primer párrafo de «Heroes imposibles» de Antonio Muñoz Molina en Babelia, el cultural de El País. La mayoría de las veces sus miradas sobre una exposición, sus lecturas sobre un libro, sus comentarios a la realidad herida me sirven de inspiración. Los espero con gusto cada sábado.

Jesús de Nazaret

No he podido dejar de pensar en Jesús de Nazaret, cuya Pascua (Pasión, Muerte y Resurrección) tenemos tan cercana, tan al alcance de la mano.  Aprovechar la Semana Santa para contemplar a Jesús, y en Jesús a la humanidad sufriente, a la humanidad heroica, a la humanidad que se entrega sin esperar nada a cambio, a la humanidad que en silencio vive en plenitud su vocación a dar la vida por los demás. Y lo hacen de una manera callada, sencilla, humilde, sin pretender nada, sin querer aparentar nada, como si no tuvieran ego, como si solo tuvieran ser. Y ser para los demás.

Jesús, el judío de Galilea, el vecino de Nazaret, el buscador de Dios, el profeta del reino, el curador de la vida, el defensor de los últimos, el amigo de la mujer, el maestro de la vida, el creyente fiel, el resucitado por Dios. Estos son los títulos de la obra de José Antonio Pagola, Jesús, aproximación histórica.

Aproximarnos al Jesús de la historia, con fe renovada en este hombre, Dios mismo, que pasó desapercibido, uno de tantos, en un pequeño pueblo de Galilea, durante treinta años. Sin hacer ruido, sin alharacas, sin hacer otra cosas que vivir como uno más, estando con nosotros.

Hermanitos de Jesús

Esta es la vocación de los hermanitos de Jesús, y de las hermanitas de Jesús, hijos espirituales de Charles de Foucauld, con el que tanto comparto. Su oración de abandono, dicha desde los labios de Jesús, nos puede ayudar a vivir más santamente la Semana Santa.

Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, sea lo sea te doy las gracias.

Estoy dispuesto a todo.
Lo acepto todo, con tal de que  Tu voluntad se cumpla  en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre.
Te concedo mi vida, Te la doy con todo el amor de que soy capaz, porque se que me amas y necesito darme, ponerme en tus manos sin limitación, sin medida, con una confianza infinita, porque Tú eres mi Padre.

 

No es habitual recibir elogios pero cuando llegan…

Mi amiga recibió este elogio por parte de una persona conocida: “tu comunidad siempre se ha mostrado liberal, abierta y tolerante y ha sido un referente importante para todo el barrio”. Se sintió feliz por ello y agradecida.

 

Vemos en el evangelio cómo Jesús elogió tantas veces la fe, la confianza, la sencillez, el corazón compasivo de las personas, y de ese modo les confirmaba en sus cualidades y en su vocación.

Jesús quedó admirado del centurión, de la mujer perdonada, de la viuda pobre…

 

 “os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande” (Lc. 7,9)

”porque ha mostrado mucho amor ha sido perdonada. Tu fe te ha salvado. (Lc.7,47.50)

”de verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que nadie” (Lc. 21,3)

 

Jesús enséñanos a elogiar como tú sabías hacerlo y a acoger con sencillez y agradecimiento los elogios que podamos recibir.

Guárdate de olvidar al Señor cuando las cosas vayan bien

Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra buena, tierra de torrentes, de fuentes y veneros que manan en el monte y la llanura;  tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras y granados, tierra de olivares y de miel; tierra en que no comerás tasado el pan, en que no carecerás de nada; tierra que lleva hierro en sus rocas y de cuyos montes sacarás cobre; entonces, cuando comas hasta hartarte, bendice al Señor, tu Dios, por la tierra buena que te ha dado.

Guárdate de olvidar al Señor, tu Dios, de no cumplir los preceptos, mandatos y decretos que yo te mando hoy.  No sea que cuando comas hasta hartarte, cuando te edifiques casas hermosas y las habites, cuando críen tus reses y ovejas, aumenten tu plata y tu oro y abundes de todo, te vuelvas engreído y te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud; que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, lleno de serpientes y alacranes, un sequedal sin una gota de agua; que te sacó agua de una roca de pedernal;  que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres: para afligirte y probarte y para hacerte el bien al final.

No pienses: Por mi fuerza y el poder de mi brazo me he creado estas riquezas. Acuérdate del Señor, tu Dios, que es él quien te da la fuerza para hacerte estas riquezas, y así mantiene la promesa que hizo a tus padres, como lo hace hoy.  Si olvidas al Señor, tu Dios, y sigues a dioses extranjeros, les das culto y te prosternas ante ellos, yo os garantizo hoy que pereceréis sin remedio

Deuteronomio 8, 7-19

Leer la Palabra

 

(Detalle de “Las hermanas Navarro» de Francisco Arias)

 

A los libros se llega como a las islas mágicas de los cuentos, no porque alguien nos lleve de la mano, sino simplemente porque nos salen al paso. Eso es leer, llegar inesperadamente a un lugar nuevo. Un lugar que, como una isla perdida, nos sabíamos que pudiera existir, y en el que tampoco podernos prever lo que nos aguarda. Gustavo Martín Garzo

Así nos sale al paso, cada día más sorprendente, la Palabra de Dios, su Libro. Nos coloca en un lugar nuevo, inesperado, asombroso, lleno de vida. Un lugar de horizontes infinitos, que nos abre a lo  insólito y alumbra nuestro ser.
En este tiempo de cuaresma, donde se nos invita a rezar más, la Palabra de Dios puede ser un apoyo delicioso para la oración personal. Tomar el libro, leer pausadamente, practicar la lectio divina… o simplemente dejar que la Palabra, rumiada, resuene en el corazón.

Como un recién nacido se deja mecer por la palabra de su padre, de su madre, sin tratar de explicarla, de comprenderla, dejándose acariciar por ella, alimentándose de su amor. O escuchándola como la Voz del Amado, y por lo tanto amándola, bebiéndola con sed de sediento enamorado, atento a los labios que la pronuncia, más dulces que mil panales de miel.

La Palabra misma nos indica cómo acercarnos a ella…
…como busca la cierva corrientes de agua así mi alma te busca a ti, Dios mío… Venid, sedientos todos, acarread la Palabra de balde.
Cómo considerarla…
…Tu Palabra es para mí la alegría de mi corazón…Tu Palabra fue pronunciada sobre mí…
Cómo esperar en ella…
…Tú solo tienes Palabra de Vida Eterna.


 
Creo que no llegamos a intuir lo que supone plantar la tienda de nuestra existencia en el terreno abonado por Palabra. Sin duda es entrar en un lugar que, como una isla perdida, no sabíamos que pudiese existir. Un lugar en el que no podemos prever lo que nos aguarda. Porque la Palabra de Dios siempre sorprende, siempre transforma, mientras duermes, sin que tú sepas cómo, de una manera inesperada y sin embargo cierta. 

La Palabra que al comenzar la cuaresma nos ha invitado a practicar más la oración, el ayuno y la limosna, en lo escondido, en lo profundo, en lo secreto del corazón.
La Palabra que resuena en el mensaje  de cuaresma del Papa Benedicto tan catequético, tan exhortativo.

La Palabra es el mismo Jesús, pronunciado por el Padre para nuestra Salvación.

Acerquémonos a la Palabra, gocemos con ella, demos gracias por poder escucharla en este tiempo de Cuaresma. Ella alentará el cambio de nuestro corazón.

Martes I semana de cuaresma

Lectura del libro de Isaías 55, 10-11

Así dice el Señor:
«Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mi vacía, sino que hará mí voluntad y cumplirá mi encargo.»

 

Sígueme

«Si queréis conocer el mundo de la magia y de los sueños, venid conmigo», nos dice Martin Scorsese por boca de Georges Méliès, en «La invención de Hugo», hermosísimo y fantaístico homenaje al cine, en sus inicios, recreado hoy.

La magia del cine. Su luz en la oscuridad: Venid conmigo, al mundo de la fantasía.

Sígueme, le dice Jesús en el evangelio de hoy a Mateo. E inmediatamente, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Y entró en el mundo del que quiera ganar su vida la perderá, y el que pierda su vida por Jesús y el evangelio la llevará a la plenitud.

La fuerza de la Palabra. Su luz en la vida, iluminando mi oscuridad.

Sígueme en tu realidad.

Las tres caídas

 

Ahora que se acaba de celebrar la feria de las vanidades del arte, siempre minúsculo, llamado  Arco, esta vez valga la mayúscula del absurdo, donde se exhiben tantas astracanadas caras, tantas mamarrachadas bajo el pomposo nombre de instalaciones, tantas vaciedades de vaciedades, tantos “sustos baratos”, en palabras de Ramón Gaya,  cultos fatuos al valor impuesto por el mercado, conviene, de vez en cuando, contemplar la naturaleza y dejarse de zarandajas pretenciosas.

Contemplar la naturaleza nos brinda el deseo de que nuestra alma se anegue dulcemente en este mar. Como el propio Leopardi, en su infinito poema que hace vibrar las cuerdas más sutiles de nuestro deseo de trascendencia en la realidad. Una pequeña colina, un horizonte sin límites, la belleza interior en la profundidad, desde el silencio, alcanza a despertar el sentimiento más real y sincero que puede manifestarse, al ser humano: el deseo de entablar relación con lo que trasciende, con Dios.

Vo comparando: e mi sovvien l’eterno,
(…)Cosí tra questa
Inmensità s’annega il pensier mio:
E il naufragar m’è dolce in questo mare

Voy comparando: y me acuerdo de lo eterno,
(…).Así en esta
Inmensidad mi pensamiento se hunde:
Y el naufragio me es dulce en este mar.

Contemplar la naturaleza, la más cercana, la que tenemos a mano, sin necesidad de soñar espacios lejanos en los Himalayas, o en playas de Caribe, publicitariamente llamadas paradisíacas, que también podemos encontrar en tantos mares que rodean la península Ibérica, o en  sus islas.

Contemplar la naturaleza y ser recreado por ella. Un atardecer en el Parque del Buen Retiro, de Madrid, nos puede brindar una sencilla y habitual puesta de sol, que por obra de la mirada enamorada se convierte en un momento espectacular, de intensidad inaudita. En sí y en la mirada del que mira dispuesto a dejarse asombrar por el propio asombro.

Contemplar la naturaleza, en ese instante, este día concreto, me hace ser consciente de una triple caída, como las de Jesús camino del Calvario.

Caída del sol, atardecer hermoso, la luz se adentra en la noche dejando en tanta belleza de luz iluminada, la promesa del amanecer, de la resurrección, llena de matices y de luces arreboladas.

Caída del ángel. Contemplar mi naturaleza caída, que quiere ser como Dios, creadora y potente, y que en ese acto de soberbia me hace caer en el lodo del pecado. Caigo en la cuenta al contemplar al Ángel caído, la única estatua al Demonio en un parque público, monumento que siempre me atrae con su fuerza.
Infiel a su naturaleza santa, celestial, el ángel cae y  se condena a no permanecer en la hermosura de la luz liberadora,  ofrecida. Ya no alcanzará la luz de Dios, alejándose cada vez más del ser amor gratuito. Caída en el pecado, tan frecuente y para tana gente tan desesperanzadora si no se abren a la Gracia de Dios.

Caída de nuestro ego ante tanta belleza y tanta realidad esclarecida. Caída liberadora, purificadora.

Con estas  tres caídas que me brinda la naturaleza, en este paseo vespertino, vuelvo a la comunidad lleno de Arte.Al entrar en la habitación cojo de la mesilla “El libro  de la misericordia”, de Leonard Cohen, y rezo

A los ojos de los hombres cae, y a sus propios ojos también. Cae desde su alto lugar, tropieza con su éxito. Cae hacia ti, cae para conocerte. Es triste, dicen. Mira su desgracia, dicen los que le pisan los talones. Pero el cae radicalmente hacia la luz que cae. Ellos no pueden ver al que le alza mientras cae, o cómo cambia su caída, ni a él mismo perplejo hasta que su corazón grita para bendecir a quien le sostiene en su caída. Y en su caída oye a su corazón gritar, su corazón le explica porqué está cayendo, por qué tenía que caer, y él se entrega a la caída.
Bendito seas tú, sostén de la caída. Cae hacia el cielo, cae hacia la luz, nadie puede hacerle daño mientras cae. Bendito seas tú, escudo de la caída. Envuelto en su caída, oculto en su caída, encuentra el lugar donde es recogido. Mientras el pelo ondea y sus ropas se desgarran al viento, es sostenido, consolado, entra en el lugar de su caída. Bendito seas tú, abrazo de la caída, fundamento de la luz, señor del accidente humano.

La pascua de Wislawa Szyborska

Tiene un nombre difíclmente pronunciable en castellano, pero su poesía, que es el verdadero lenguaje, es transparente, cristalina, sencilla y pura como la luz tamizada que baña las llanuras de su tierra natal, Polonia. Murió el primer día de febrero de este año: Wislawa Szyborska.

Había nacido en 1923 y recibido el Nobel de literatura en 1996. Uno de esos nóbeles que todo el mundo ve como un regalo del cielo. Hace ya unos cuantos años nos dieron un poema suyo en una vigilia de Pentecostés. Su primer verso decía

Es urgente inventar nuevos atajos

e iba recorriendo urgencias llenas de poesía:

descubrir nuevos horizontes, abrir sendas al viento, habitar otras noches pobladas de luciérnagas.

Siempre la luz iluminando la oscuridad, la anchura en el aprieto, el camino del viento susurrado, el camino del Espíritu. Quizá por eso fue un poema que me enamoró de esta poetisa.

Eran tiempos, los de mi lectura, en que andada empeñado en la renovación de la vida religiosa, en odres nuevos para un vino nuevo, en novas bellas, y me cautivó leer:

Es urgente izar nuevos versos, escalar nuevas metáforas y traer esperanzas reprimidas por la angustia.

Siempre he pensado que la vida religiosa tiene que ver con la poesía, con el tenue vibrar de una emoción que conmociona al escuchar la llamada, sígueme, y caer rendido, sin remisión posible, en los brazos del Amado. La vida religiosa, metáfora del amor más radical. La vida religiosa, la vida cristiana, que nos pone en movimiento, pues somos homo viator, hombres caminantes, que van hacia donde nacen los sueños, esculpiendo la vida con nuevas y bellas artes, al igual que el Artesano que siempre nos recrea. Origen y Destino, Alfa y Omega, principio y fin en Cristo.

Es urgente partir sin miedo, sin miedo y sin demora, hacia donde nacen sueños, buscar nueva artes de esculpir la vida.

Seguro que la escritora, llena de poesía, estará donde nacen los sueños de la eternidad.

Años después escribí a mano esta poesía en una postal de “La mañana de Pascua”, de Caspar David Friedrich. Y desde entonces la tengo en mi breviario. La mañana de Pascua, obra que también tiene enormes resonancias. Tuve una reporducción, tamaño poster, enmarcada en mi despacho, delante de la mesa de trabajo.

La mañana de Pascua, la luz está en plenitud, resucitada, aunque las mujeres estén en todavía en la noche. Está vivo quien creen muerto en el sepulcro.

La mañana de Pascua es un óleo muy pequeño, 43,7×34,4cm, que podemos admirar en el Thyssen de Madrid. Nos dicen de él:

«Silencioso y de honda quietud, contiene un simbolismo, alusivo a la vida y a la esperanza, marcado por la personal interpretación religiosa del pintor. Unos personajes de espaldas se disponen en un sendero como pequeñas figuras en la inmensidad de un paisaje invadido por la luna, visible todavía en lo alto del firmamento, que se contrapone con su resplandor al amanecer. Esta contraposición se ha interpretado como un signo alusivo a la muerte y resurrección.»

Muerte de la poetisa, que renace en sus versos, ahora, aquí, en este momento en que escribo esto. Vida que me acerca a la Vida del Espíritu cuando leo sus poemas, tan llenos del luz:

Es urgente inventar nuevos atajos,
encender nuevas antorchas
y descubrir nuevos horizontes.
Es urgente romper el silencio,
abrir sendas al viento
y, paso a paso,
habitar otras noches
pobladas de luciérnagas.
Es urgente izar nuevos versos,
escalar nuevas metáforas
y traer esperanzas
reprimidas por la angustia.
Es urgente partir sin miedo,
sin miedo y sin demora,
hacia donde nacen sueños,
buscar nueva artes
de esculpir la vida.

Amén.

 

 

Tres personajes diferentes con un lazo de unión

Una reflexión preciosa del Arzobispo de Tánger en relación a las lecturas de este domingo. Tres personajes muy distintos, de épocas muy diversas y de culturas bien dispares… pero los tres con un posible fuerte lazo en común.

 

Se acercó… la levantó (Job 7, 1-7; Marcos 1, 29- 39)

La trabajadora de Spanair tenía algo que decir, pero la voz se le rompió, y ya sólo nos hablaron los sollozos. Puede que todavía el día anterior aquella mujer pensase que tenía un buen trabajo y que podía mirar con tranquilidad al futuro. Ahora despertaba turbada en un mundo indiferente a su necesidad, a sus hipotecas, a sus miedos, a su soledad.

Job se había despertado en un mundo de ausencias: estío sin sombra, trabajo sin salario, noches de fatiga, días sin esperanza, levedad de la vida, ojos sin alegría.

Oyes a Job, oyes a la trabajadora, oyes a las víctimas de ayer y de hoy, y se te oprime el corazón, como si fueses parte de una historia huérfana de sentido y de futuro.

Pero otra voz te trae el Evangelio, en tu asamblea se anuncian los hechos de Jesús, y el tiempo vuelve a marcar horas de esperanza. Alguien se te acerca, te da la mano, te levanta, y, vencida la soledad, vuelves a estar entre hermanos y a servirlos: vuelves a vivir.

Recuerda cómo el Señor se te acercó, pues entró en tu casa por la encarnación, te tomó de la mano por su gran misericordia, te levantó con su humillación: él bajó contigo al lugar de los muertos, y con él subiste a la gloria de Dios.

Ésa será hoy tu Eucaristía: encuentro con Cristo que entra en tu casa y te resucita, encuentro con el que ha sido ungido y enviado a sanar tu corazón quebrantado, a liberar oprimidos, a proclamar un año de gracia del Señor. Hoy, en la Eucaristía, el creyente, como la suegra de Pedro, se levanta para servir.

Reconoce lo que has recibido y a qué eres llamado: acércate a los pobres, dales la mano, levántalos. Ésa, como lo fue de Cristo, es tu misión. No dejes que las víctimas se queden huérfanas de ti, no dejes que su mundo parezca huérfano de Dios.

Santiago Agrelo Martínez . Arzobispo de Tánger.


 

Habla Señor, tu siervo escucha

«Al Señor tu Dios adorarás y solo a él servirás» (Mt. 410)

Que escuchemos a Dios, que seamos capaz de orar desde la contemplación, con actitud de admiración…y descubrir el silencio desde el que el Señor nos habla.

Dios nos llama, pero a veces nos pasa como a Samuel, no identificamos su llamada, creemos que no es Dios quien nos habla. Lo difícil es responder a su llamada, y decirle: Señor, aquí estoy, haz de mi lo que tú quieras.

Que no quiero dejar tu semilla junto al camino.

No quiero ahogar palabras en el pedregal:

no pretendo el fácil contento de quien oye, se alegra… y nada más;

no quiero ser el “hombre sin raíz”, el inconstante,

el que fluctúa en el sí y el no de la conveniencia.

Tampoco quiero dejarte caer entre mis zarzas:

porque sé de mi debilidad,

porque, en un momento, te vendería por un placer,

porque sé de mis oportunismos;

porque he “aprendido” a “servir” a dos señores.

Que tu Palabra entre en mi por la Puerta Grande:

la que se abre a los amigos,

la que siempre tiene en el umbral el calor del abrazo,

la que es esperanza de fiesta para la casa,

la que es augurio de salida fecunda.

HABLA, SEÑOR

Quiero saber de tus caminos.

Hazme experto en tus sendas.

¡Guíame, enséñame!

HABLA, SEÑOR

 

 

Acojamos juntos el misterio de la vida. Feliz Navidad

Para concluir con estas reflexiones sobre el misterio (1, 2 y 3) y la forma de trasnsmitirlo, dejo la felicitación que hemos mandado este año en la comunidad, donde María y José han de enfrentarse a lo que no entienden ni conocen, y contárselo al otro y a los demás, y la fe y el amor han de estar por encima de la racionalidad para acogerlo, que no entenderlo.

Pues eso, que a partir de hoy sepamos acoger a Dios y lo demos a conocer, como el misterio que es, sin tratar de entenderlo como un problema científico-racional.

¡Feliz Navidad!

Hace ahora cinco años y durante mi Noviciado, Enrique Aguilera Sm y que para aquel momento era el responsable de nuestra formación, nos hizo llegar a todos los novicios una sorprendente felicitación de Navidad que no consigo quitarme de la cabeza. Menos mal. Por que volverla a leer por estas fechas, me recuerda eso que dice nuestra Regla de Vida de nuestro deseo de querer vivir “en conformidad con Jesucristo”.

A lo largo de los últimos dos mil años de Historia, ésta ha llegado a corroborar que efectivamente y para un «cristiano» que en verdad «vive» las palabras del Evangelio, y a diferencia de aquel que no lo es (o lo es, pero no lleva a su vida la Palabra), se le puede complicar mucho más el vivir que al segundo en cuestión. Ahora bien, ahí quedan todos los testimonios de santos y santas que la Iglesia ha ido aportando a la Sociedad y que con la entrega generosa de sus vidas, han sabido abrir diferentes vías para que nosotros (y si queremos) podamos llegar a vivir una vida más dichosa, una vida más feliz, una vida mejor.

Es decir, el cristiano se compromete a construir el Reino, se implica con el Proyecto Salvador de Dios para con el Hombre/Mujer e intenta manifestar en su día a día ese Amor que con Jesús/el Hijo ya se ha hecho realidad. Y es que si verdaderamente hiciésemos valer nuestro compromiso como cristianos que somos, y pese a la increencia de muchos, ello nos permitiría entrar en una espiral que seguro nos llevaría a vivir en un Mundo mejor.

Precisamente y de ello nos habla esta felicitación: ¿qué le estamos diciendo a un amigo/a, compañero de trabajo, padre/madre, hijo/a para cuándo le deseamos y durante estas fechas: «¡FELIZ NAVIDAD!»? ¿A qué nos/les está comprometiendo nuestras palabras? ¿Somos verdaderamente conscientes de lo que les estamos deseando?

Bueno ahí queda la reflexión, pero sobre todo y ante estas fechas que nos llegan… lo que me gustaría os llegase, es mi felicitación: ¡FELIZ NAVIDAD!

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OJO CON EL NIÑO DE LA NAVIDAD…

Porque cuando crezca te invitará a esto:

 

Creer la Buena Noticia (Mc 1,15)  Convertirse a Dios (Mc 1,15)  Seguir a Jesús (Jn 1,43)

Escuchar y guardar la palabra de Jesús; creer en él, ser su discípulo  (Lc 10,41-42)

Cumplir la voluntad del Padre que está en los cielos (Mt 12,50)

Adorar al Padre en espíritu y en verdad (Jn 4,23) Orar en lo secreto y sin cesar (Mt 6,5-13)

Orar diciendo “Padre nuestro…” (Mt 6,7)  Rogarle que envíe obreros a su mies (Mt 9,38)

Dar limosna secretamente (Mt 6,2)  Ayunar sin ostentación  (Mt 6,16)  Velar (Mc 13,33))

Resistir la tentación (Mt 26,41)  Limpiar el interior de uno mismo (Mt 23,26)

Perdonar siempre las ofensas  (Mt 18,21-2)  Pedir perdón  (Mt 18,26)

Perdonar los pecados en nombre de Jesús (Jn 20,23)

Corregir (Mt 18,15)  Acoger y dar oportunidad al pecador (Mt 7,3)

Amar al enemigo  (Mt 5,44)  Orar por los que difaman y persiguen  (Lc 6,28)

No juzgar condenando a los demás  (Lc 6,37)  No criticar o despreciar (Lc 18,9)

No acumular bienes para sí mismo (Lc 12,13)  Dar más de lo debido o pedido  (Mt 5,41)

No poner lo material necesario, como valor o preocupación primordial (Mt 6,25)

Dar de comer al hambriento  (Mt 25,35)  Dar de beber al sediento (Mt 25,35)

Vestir al desnudo (Mt 25,36)  Visitar al enfermo (Mt 25,36)

Visitar al encarcelado (Mt 25,36) Acoger al forastero (Mt 25,35)

Buscar a los perdidos  (Mt 18,12)  Acoger a los pequeños y a los niños  (Mt 18,5)

Acoger y ayudar a los misioneros del Evangelio (Mt 10,40-42)

Aproximarse al que sufre y auxiliarle (Lc 10,29)

Defender y atender a la persona por encima de cualquier obstáculo legal (Lc 314,3-5)

Dar gratis lo recibido gratis (Mt 10,8)  Hacer el bien sin esperar nada a cambio (Lc 6,35)

Ponerse siempre en el último puesto  (Lc 14,10)  No buscar el reconocimiento (Mt 23,5-12)

Llevar siempre las lámparas con aceite  (Mt 25,4)

Hacer fructificar los dones recibidos  (Mt 25,16) Agradecer el bien que te hacen (Lc 17,17)

No rechazar a la propia mujer (o al marido) cuando venga la dificultad (Mc 10,9)

Hacerse un corazón de pobre  (Mt 5,3)  Abrir la casa y la mesa a los pobres (Lc 14,13)

Vender lo que se tiene y darlo a los pobres   (Mt 19,21)

Hacerse manso  (Mt 5,4)  Hacerse como un niño (Mt 18,3)

Trabajar por la paz   (Mt 5,9)  No pensar con odio ni ejercer violencia (Lc 9,55)

Salar la tierra e iluminar el mundo   (Mt 5,13-14)  Preparar la vuelta del Señor (Lc 12,40)

Echar el vino nuevo en odres nuevos (Mt 9,17) Dar la paz al mundo (Mt 10,12)

Proclamad el Evangelio del Reino (Mt 10,7) Ir por todo el mundo evangelizando (Mc 16,15)

Dejarse enviar (Jn 20,21)  Hacer discípulos y bautizar en el nombre de Dios (Mt 28,19)

Buscar sobre todo el Reino de Dios  (Mt 6,33)

Curar enfermos   (Mt 10,8)   Resucitar muertos   (Mt 10,8)

Limpiar leprosos  (Mt 10,8)   Expulsar demonios (Mt 10,8)

Ser prudentes como serpientes y sencillos como palomas (Mt 10,16)

Nacer de nuevo (Jn 3,3)  Pedir a Jesús el Agua viva del Espíritu (Jn 4,10)

Ejercer el gobierno sirviendo en vez de oprimiendo (Mt 20,26)

Ponerse a los pies de los demás como un servidor (Jn 13,12-14)

Celebrar la Eucaristía en memoria de Jesús   (Lc 21,19)  Orar en común (Mt 18,19)

Actuar buscando el alimento que da Jesús (Jn 6,27)

Declararse partidario, discípulo de Jesús (Mt 10,32)

Dejar que hable en nosotros el Espíritu en el momento de la persecución (Lc 12,11)

Vivir muy unido/a a Jesús (Jn 15)  Recibir el Espíritu Santo (Jn 20,22)

Dejar casa, familia y hacienda por Jesús y por el Evangelio (Mc 10,29)

Negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguir a Jesús (Mt 16,24)

Perder la vida por Jesús y por el Evangelio (Mc 8,34)

Acoger a María como madre (Jn 19,27) Ejercer la maternidad/patern espiritual (Jn 19,26)  Anunciad que Jesús ha resucitado  (Mt 20,17-18) Dejarse conducir y amar (Jn 20,18-19)

Y el consejo de María: Haced lo que Jesús nos diga (Jn 2,5)

 PIÉNSATELO.TU VERÁS SI TE INTERESA CREER Y DECIR… “¡FELIZ NAVIDAD!”

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