Joven rico, huésped del alma, darse del todo

Tres citas unidas: una del evangelio, otra de una amiga sobre la presencia de Dios en la oración, la tercera de Santa Teresa, que me regaló en su día.

Evangelio

Jesús se le miró y le amó. Le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme»

Huésped del alma

«uno/a siempre quiere más y cuanto más tienes más te abrasas por no tenerlo»

 

Santa Teresa

Dios habló con Santa Teresa y se regaló con ella, como corresponde a quien «toma lo que le damos, mas no se da a sí del todo hasta que nos damos del todo». Y como Santa Teresa se dio del todo, dejando que el «fuerte huracán» del Espíritu empujase la navecilla de su alma a la santidad, pudo entablar íntimo coloquio con su esposo divino.

Y curiosamente, las tres citas unidas, se iluminan, y se abren a varias lecturas.

Henchida de Dios. Amor que revienta: Teresa de Jesús

Solo quien vivió a la vez entre ángeles y entre pucheros puede escribir con ese estilo que habla sin afectación ni ampulosidad de las cosas más elevadas; y que de las cosas más insignificantes habla con gozo, porque quien ama a Dios sobre todas las cosas ama también todas las cosas, sabiendo que en ellas está Dios presente(…)porque en todo lo que hacía y decía, en todo lo que pensaba y escribía hay un amor que le revienta las costuras del corazón, que traspasa cada célula de su cuerpo, que incendia con un ardor nuevo las rutinas más triviales. Santa Teresa está henchida y restallante de Dios, como las sábanas que se cuelgan del tendedero están henchidas y restallantes del aire de la mañana; y acercarse a ella es como anegarse en Dios mismo, en un Dios humanado y matinal, amoroso y trémulo como un cachorro.

Juan Manuel ed Prada, La hermosura misma, ABC 15.X.12

 

Saber mirar. Ver (VIII) Santa Teresa

El místico, cuando trata de describir sus experiencias más inefables, recurre al simbolismo, rompiendo los moldes que impone la lógica racional; el simbolismo de Santa Teresa nace, en cambio, de la observación cotidiana. El paisaje –no el paisaje artificioso y tópico propio de la literatura renacentista, sino el paisaje áspero y enjuto de Castilla– se convierte en alegoría de su aventura espiritual: los huertos rozagantes de verduras, refrescados por un pozo absorto, se convierten en refugios para la oración; las fuentes que surgen en el camino evocan la única agua que calma la sed; una liebre que brinca entre las matas o un gamo que busca un hontanar son vislumbres del alma en estado de gracia; un jabalí que hociquea furioso la tierra ilustra la desazón del pecado; los castillos amurallados y las torres vigía inspiran un vertical sentido de trascendencia. Y todo este rico simbolismo está expuesto con una simplicidad y llaneza en verdad milagrosas, con un estilo que Santa Teresa calificaba humildemente de «grosero y desconcertado» y que, en realidad, es la expresión más depurada, graciosa y elegante de nuestra bendita lengua; un estilo que pone a Dios ante los ojos del alma.

Juan Manuel de Prada, La hermosura misma, ABC 15.X.12

Jesús, evangelio y lugares solitarios

Los lugares solitarios del evangelio son en la naturaleza, en el monte, en el desierto. También a Jesús le gustaba hacer escapadas en barca, se retiraba de la orilla para introducirse en el interior del mar y tomar distancia de la tierra,  y así estar solo.

En nuestro mundo hay muchos lugares solitarios, silenciosos o sonoros: la orilla del mar con el ritmo de sus ruidos; el silencio plateado de la nieve en invierno; el monte en primavera con los pájaros enamorándose; las riveras de los ríos en invierno ensordeciendo los oídos; la alameda en otoño, hojas que se levantan y chocan sin silencio. Y unos más frecuentes para la vida corriente de la ciudad: la mesa de trabajo con los ruidos del teclado o sin ellos, papeles anotados y en la estantería un montón de recuerdos; el parque al amanecer; la cocina con sus aromas y sabores; la calle de madrugada al ir a trabajar; la soledad del coche envuelta en los ruidos de la ciudad; y el instante de uno solo en el vagón del tren. Todos pueden ser lugares solitarios, ruidosos o no, pero lugares para que fluya el silencio en Dios guardado en el corazón.

Lugares solitarios que faciliten la actitud de retirada del mundo para llegar a la profundidad del contacto con Dios desde lo más íntimo de uno mismo, con la esperanza de que la bondad de Dios abrase el corazón.

Busquemos, como Jesús, el lugar solitario para intentar entrar en la Presencia, y así recibir vida para vivir con la libertad de Jesús practicada por  María, su madre.

Isabel Cano en su blog Orar con una Palabra

Siempre junto a ti

A veces lo más sencillo puede darle sentido a muchas cosas.

SIEMPRE JUNTO A TI

Cuando estés cansado, yo te ayudaré.
Cuando todos huyan, yo me quedaré.
Juntos en la vida, juntos en la cruz,
siempre junto a tí, Jesús.

Clavarán tus brazos, clavarán tus pies.
Yo estaré a tu lado, te acompañaré.
Te daré mis manos y mi ciorazón,
te daré todo mi amor.

No hay otra manera, no hay ninguna opción.
Ese es el camino de la salvación.
Al morir por otros, siempre vivirás,
Dios te resucitará.

Cuando estés cansado, yo te ayudaré.
Cuando todos huyan, yo me quedaré.
Juntos en la vida, juntos en la cruz,
siempre junto a tí, Jesús.

Clavarán tus brazos, clavarán tus pies.
Yo estaré a tu lado, te acompañaré.
Juntos en la vida, juntos en la cruz,
siempre junto a tí, Jesús,
siempre junto a tí, Jesús.

Letra y música: Luis Guitarra

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Meditación

Cuanta más confianza tenga un ser humano en otro, mejor podrá amarle; cuanto más se entregue el creador a su obra, esta más le corresponderá. El amor –como el arte o la meditación– es pura confianza. Y práctica, claro, porque también la confianza se ejercita.

La meditación es una disciplina para acrecentar la confianza. Uno se sienta y, ¿qué hace? Confía. La meditación es una práctica de la espera. Pero ¿qué se espera? Nada y todo. Si se esperara algo, esa espera no tendría valor, pues estaría alentada por el deseo de algo de lo que se carece. Por ser no utilitaria, esa espera se convierte en algo genuinamente espiritual.

Todos sabemos lo incómodas que suelen ser las esperas. Como arte de la espera que es, la meditación suele ser muy aburrida. ¡Pues qué fe tan grande hay que tener para sentarse en silencio y quietud! Exacto: todo es cuestión de fe.

Si tienes fe en sentarte a meditar, tanta más fe tendrás cuanto más te sientes con este fin. De modo que podría decir que yo medito para tener fe en la meditación. Al estar aparentemente inactivo, cuando estoy sentado comprendo mejor que el mundo no depende de mí, y que las cosas son como son con independencia de mi intervención. Ver esto es muy sano: coloca al ser humano en una posición más humilde, le descentra, le ofrece un espejo de su medida.

Cuanto más te sientas a meditar, más te quieres sentar y mayor es tu confianza. He llegado a pensar que para el hombre lo más natural es precisamente hacer meditación.»

Pablo D’Ors en Vida Nueva nº 2817

Vivir en Cristo

Pero ¿qué significa «mihi vivere Christus est». Vivir por alguno, y en el caso presente: vivir por Cristo; vivir de Cristo, es hacerle el centro, el foco, el corazón de nuestra vida. Cristo tiene que ser por mucho en nuestra existencia, tiene que ocupar un lugar preeminente en nuestros pensamientos, en nuestros afectos y en nuestros quereres. Cuando no pensamos en El ha de parecernos que nos falta algo. Tenemos que verle en todas partes y en todos los acontecimientos. En medio de los cuidados, intereses, preocupaciones de cada día su repentina venida debiera no desconsolarnos, sino causarnos profunda alegría. ¡Un amigo!

Domingo Lázaro, SM

Reconciliación

Descubrir el Nuevo Testamento supuso para ella un punto de inflexión. “Yo vivía sufriendo. Odiaba mi vida, odiaba a la gente normal, odiaba a quienes me habían hecho daño, las cicatrices… Leer la palabra de Jesús me cambió. No soy una persona religiosa, pero tengo una relación muy íntima con Dios. Rezo mucho. Cuando me duelen las heridas, rezo. Y cuanto más lo hago, más paz encuentro. Me ha ayudado a amar y perdonar”. No se cansa de repetirlo. “Mi misión es ayudar a otros en mi situación a perdonar, a ser más fuertes por fuera y por dentro”.

 

KIm Phuc, la niña vietnamita abrasada con napalm, cuya foto dio la vuelta al mundo, enseña a otras víctimas de la guerra a «perdonar»

Saber mirar. Ver (IV)

Queremos ser mirados por Dios

En la Eucaristía de hoy la oración colecta (semana XXIV) dice: «Dios nuestro, creador y dueño de todas las cosas, míranos; y, para que sintamos el efecto de tu amor, concédenos servirte de todo corazón.»

Queremos que Dios nos haga ver. Por eso una de las peticiones de laudes de hoy era: «Abre nuestro ojos, y los de nuestros hermanos, para que sepamos contemplar las maravillas de tu creación»

Ser mirado. Ver. Desde Dios.

(Ilustración de Brian Selznick en su libro Maravillas, ed.SM)

 

 

El día.

Sueño con este día. Ese día en el que todos miremos al Sol y descubramos en ÉL la misma Luz, y que brilla a todos por igual. Sueño con la Comunión. Sueño con el día en el que todos conozcamos al verdadero Amor. Todos capaces de amar, y todos también, sintiéndonos amados a la par. Sueño con el día de la Paz. ¿Y mientras tanto, qué? Me propongo continuar construyendo el Reino (de la eterna felicidad).