Marquier, neurocientífica, aconseja: “Cultive el silencio, contacte con la naturaleza, viva periodos de soledad, medite, contemple, cuide su entorno vibratorio, trabaje en grupo, viva con sencillez. Y pregunte a su corazón cuando no sepa qué hacer”. De no mediar en su conversación palabras como neurotransmisores, hormonas, campos magnéticos, la creeríamos una mística, y sin embargo la ciencia no hace sino confirmar algo que supieron desde el origen de los tiempos los precursores, los poetas: que entre cerebro y corazón, el corazón es el fuerte.