Hay un momento en que el danzarín desaparece y solo la danza permanece. En ese raro espacio, uno siente armonía.(…)
Estar despierto y armónico crea la posibilidad del éxtasis. Éxtasis significa la dicha definitiva, inefable. Y cuando alguien ha alcanzado el éxtasis, cuando alguien ha conocido la cumbre de la dicha definitiva, la consecuencia de ello es la compasión. Cuando tienes esa dicha, te gusta compartirla; no puedes evitar compartirla, compartirla es inevitable. Es una consecuencia del hecho de tener. Empiezas a rebosar, a desbordarte. No necesitas hacer nada. Sucede por sí mismo”Leído en Editar en voz alta, de Elsa Aguiar.