Decálogo para leer con provecho la Biblia

1. Nunca creer que somos los primeros que han leído la Santa Escritura. Muchos, muchísimos a través de los siglos la han leído, meditado, vivido, transmitido. Los mejores intérpretes de la Biblia son los santos.

2. La Escritura es el libro de la comunidad eclesial. Nuestra lectura, aunque sea a solas, jamás podrá ser en solitario. Para leerla con provecho, hay que insertarse en la gran corriente eclesial que conduce y guía el Espíritu Santo.

3. La Biblia es «Alguien». Por eso se lee y celebra a la vez. La lectura mejor de la Biblia es la que se hace en la Liturgia.

4. El centro de la Santa Escritura es Cristo; por eso, todo debe leerse bajo la mirada de Cristo y cumplido en Cristo. Cristo es la clave interpretativa de la Santa Escritura.

5. Nunca olvidar que en la Biblia encontramos hechos y dichos, obras y palabras íntimamente unidas unas con otras; las palabras anuncian e iluminan los hechos, y los hechos realizan y confirman las palabras.

6. Una manera práctica y provechosa de leer la Escritura es comenzar con los santos Evangelios, seguir con los Hechos y las Cartas e ir entreverando con algún libro del Antiguo Testamento: Génesis, Éxodo, Jueces, Samuel, etcétera… No querer leer el libro del Levítico de corrido, por ejemplo. Los Salmos deben ser el libro de oración de los grupos bíblicos. Los profetas son el «alma del Antiguo Testamento: hay que dedicarles un estudio especial.

7. La Biblia se conquista como la ciudad de Jericó: dándole vueltas. Por eso, es bueno leer los lugares paralelos. Es un método entretenido, pero muy provechoso. Un texto esclarece al otro, según aquello de San Agustín: «El Antiguo Testamento queda patente en el Nuevo y el Nuevo está latente en el Antiguo».

8. La Biblia debe leerse y meditarse con el mismo Espíritu con que fue escrita. El Espíritu Santo es su autor principal y es su principal intérprete. Hay que invocarlo siempre antes de comenzar a leerla y al final, dar gracias.

9. Nunca debe utilizarse la Santa Biblia para criticar y condenar a los demás.

10. Todo texto bíblico tiene un contexto histórico donde se originó y un contexto literario donde se escribió. Un texto bíblico, fuera de su contexto histórico y literario, es un pretexto para manipular la Palabra de Dios. Esto es tomar el nombre de Dios en vano.

+ Mario De Gasperín Gasperín

Obispo de Querétaro

6 comentarios en «Decálogo para leer con provecho la Biblia»

  1. Hola! Me parece GENIAL que se promueva la lectura de la Palabra, en el formato que sea (Dios mismo dice que no volverá a Él vacía, sino que si o si dará su fruto… aunque nos pueda costar de ver)
    Lo que no entiendo es cómo correlacionar el punto 8 (el Espíritu interpretando y poniendo luz en lo que leemos) con el 1, sobretodo… o el 3, por ejemplo.

    Es como si de alguna manera se estuviera negando que la Biblia (que de cierta forma, como decís, está viva) se bastara y se sobrara, por sí misma y por la voz del Espíritu en el corazón de cada uno, para decir lo que tiene que decir. Para cambiarnos la vida, vaya.

    Yo estoy convencida que no hace falta nada más. (Ains… qué se le va a hacer… sola fides, sola gratia, sola escriptura…)

  2. Trato de contestarte, Celia, aunque antes te agradezco tu aportación.
    Hay veces que no hace falta interpretar la Escritura, no sólo los santos conocidos, muchas otras personas «escucharon y pusieron en práctica», sintiéndose directamente interpelados por la Palabra. El mismo Francisco decía, «el evangelio sine glossa» es decir, sin comentarios, «a pelo».Pero hay veces también que hace falta interpretar, es decir, discernir lo que quiere decir la Palabra para que yo no me esté engañando y entonces nos hace falta ayuda, la comunidad cristiana, que lee conmigo y también es iluminada por el Espíritu, comunidad que se extiende a lo largo de los siglos.
    Que los mejores intérpretes sean los santos no se refiere sólo a la interpretación de «la letra» sino que los santos son intérpretes vivos de la Palabra, la mejor exégesis con la propia vida, «evangelio vivo».
    La alusión en el nº 8 al «Espíritu con que fue escrita» va dirigida contra el intento de leer e interpretar la Escritura prescindiendo de la fe, como si de un libro antiguo se tratara, sin más. La Iglesia dice no, hay que leer con ojos de fe, iluminados por el Espíritu, el mismo que iluminó a los que la escribieron y a los que antes de nosotros han leído y vivido de la Palabra.

  3. Bueno… entiendo que en parte (en parte) puede ser problema de nomenclatura. Soy protestante, y eso de los «santos»… como que no.
    En fin, que creo que o santos somos todos los que hemos creido en Jesús (santificados por su gracia, en el sentido de santo=separado para Dios) o bien sólo Él es Sánto (en el sentido de «perfecto» etc), como también os he escuchado alguna vez en la liturgia (sólo Tú eres Santo, sólo tu Señor, sólo tu Jesucristo, con el Espíritu Santo y Dios Padre).

    De cualquier forma creo que con tu comentario entiendo mejor lo que querias decir, pero sigo sin estar de acuerdo xD
    El mejor intérprete: el Espíritu. Y para las cosas que son difíciles de entender, interpretar o discernir… pues el Espíritu otra vez, con más motivo. Si no corremos el riesgo de caer en la espiritualidad de segunda mano, y esa sabe a poco.
    Un abrazo
    -Lax-

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