En medio de la noche, en el momento existencial más hondo, en la soledad, se llega al centro. Al origen. Al destino. A la fuente que mana y corre, aunque sea de noche.
El rostro del padre está en uno mismo, es uno mismo. El padre, el Rey, le lanza el reto a Simba, el heredero:
Recuerda quién eres. Eres mi hijo.