En el corazón del sueño

Todo el mundo del arte es un viaje por esas fantasmagorías del corazón. Acudimos a él queriendo ver no nuestra vida real, sino la soñada; no nuestros éxitos o nuestros fracasos sino las criaturas que pueblan nuestras fantasías.

No leemos para buscar lo que existe, un espejo que nos dé la imagen de lo que sabemos, sino para ver más allá. No para acercarnos a lo que somos, sino a lo que deberíamos ser. Para ser lo que no hemos sido. Y los pavos reales representan como ningún otro ser del mundo ese deseo de transfiguración. Se pasean distantes ante nuestros ojos, y de pronto abren sus colas y estamos, con Cenicienta, en la escena del baile: en el reino de la fábula.

La infancia pertenece a ese reino. Es a la vez el jardín de los muertos y de los vivos, el lugar en que los peces guardan los anillos de los que se aman y en que hombres diminutos quieren raptar a los niños. El jardín de los seres perdidos y el jardín en que los pavos reales nos entregan altivos sus ojos. Son esos ojos los que nos recuerdan, cuando flotan en sus colas, que en el corazón de lo real viven siempre los sueños».

Gustavo Martín Garzo

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