En la bahía de Stallvinken

algún que otro pescador de truchas prueba suerte adentro de las aguas. Se pasan así horas y horas, sin importarles si pican o no. Muchos de ellos devuelven los peces al agua cuando por fin capturan alguno. Siento cierta envidia de esa alegría despreocupada mientras parece que lo esperan todo y que no esperan nada.
Henning Mankell

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