Espiritualidad e interioridad

La espiritualidad es un tema de lo más actual, porque trata acerca de poder vivir en nuestro tiempo sin evadir la realidad; cada uno conforme a su vocación, pero sacando de las aguas cristalinas del pozo lo más precioso, para poder vivir con intensidad y para poder irradiar a Cristo. A mi juicio, aparte del nombre que tenga, un cristiano debería llamarse siempre “Cristóbal”, “Cristóforo”, para ser alguien que lleva a Cristo a donde va, no como un adorno ni como algo exterior, sino como el centro de la propia vida.

Solemos caer en la creencia de que la espiritualidad corresponde a las prácticas de piedad (que son, en efecto, reflejos de lo que se vive). Así, caemos en el error de vivir una espiritualidad puramente intelectualista o puramente cerebral. He aquí que, después, el campo de los afectos lo dejamos como un campo minado, como un huerto minado donde nadie entra.

Puede que vivamos en una a-sintonía: por un lado está todo el “yo-cerebral”, con todas las ideas, mientras que nuestra afectividad se vive anárquicamente. Por eso no llegamos a “la roca del Ser” para basarnos, fundamentarnos, en aquello que cada uno tiene. Cada uno de nosotros tiene puntos fuertes donde se debe apoyarse para poder crecer. En esto consiste desarrollar la propia vida espiritual.

Cardenal Rodriguez Madariaga

 

Deja una respuesta