Etica, estética, erótica

Maestro, ¿dónde moras? Fueron y vieron.
Debemos pasar de la morada de la ética o el deber, de la estética o el contemplar a la erótica o dejarse enamorar.
Entrar en esta morada es dejarse besar por el leproso, como Francisco. Ser besado por el amor del pobre, rendirse a él.
“En esta morada habitan sin saberlo muchos anónimos convecinos nuestros, mártires silenciosos de callado amor, en la cabecera de enfermos reclacitrantes, madres en las largas colas de invierno de las penitenciarías, abuelos ocupándose de niños revoltosos a cuyos padres alguien introdujo por sinuosos corredores…con la única fuerza de la debilidad, con el único poder de la impotencia y con la única riqueza de esa red enmarañada de relaciones tejías a base de amor, cariño, ternura y paciencia. En la Iglesia no podemos dejárnosla enajenar o, como hacen las instituciones civiles, derivar”
JL Segovia

Calella. Cinquena ed

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