Ser testigo del evangelio no significa simplemente testimoniarlo ante el mundo, sino ser capaz de captar los testimonios que de él hay por todas partes. El Evangelio está de pié, y vivo, pendiente sólo de que venga alguien y lo cea y se asombre. Lo increíble es que Dios está mucho más cerca de lo que imaginamos. Basta abrir una puerta, o una ventana, y podemos encontrarlo; basta abrir los ojos o hacer silencio durante unos minutos. Nunca nos acostumbraremos a la proximidad de Dios: a su impregnarlo todo, todo…., a su no imponerse nunca. Me asusta pensar de que Dios está aquí…»
Pablo D’Ors, Olvido de sí, (biografía del beato Charles de Foucauld)