Inmigración

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Día tras día vemos en la televisión noticias sobre la llegada de nuevas pateras, embarcaciones, más inmigrantes a las playas.

Desgraciadamente, la noticia ha dejado de ser algo impactante, para convertirse en algo rutinario. Parece que se nos ha hecho familiar y algo natural ver morir a gente en el agua, ver a hermanos nuestros helados de frío, arrastrándose por consegir cumplir un sueño.

Es curioso como desde pequeños lo primero que aprendemos es a decir «mi mamá, mi papá, mi casa, mis juguetes…» y acabamos de mayores por decir «mi tierra, mi país, mis playas, mi dominio, mi…» Pensamos que tenemos potestad para dominar y tratar a nuestro antojo a personas como tú y como yo, que su única culpa es haber nacido en otro lugar, pero que sueñan con un futuro mejor para ellos y sus familias.

En el Evangelio de San Juan, Jesús le pregunta tres veces a Pedro: «Pedro, ¿me amas?» Y ante las tres respuestas afirmativas de Pedro, Jesús le dice: «Apacienta mis corderos. Apacienta mis ovejas.»(Jn 21, 15-17)

¿Cuál es nuestra misión entonces? ¿Acaso dejarlos morir? «En verdad os digo que cuanto hicísteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, me lo hicísteis a mí» (Mt 25, 40)¿Dónde está entonces nuestro ser cristiano?

Ojalá en todo momento resuene y sepamos llevar a cabo en nuestras vidas las palabras de San Agustín:
«AMA Y DILO CON TU VIDA»

Para vivir de rodillas– Pedro Sosa- mp3

Habrá que abrir las ventanas, para asomarse a la playa,
y hacer una red de lazos, y un puente brazo con brazo,
para que vengan y vayan.
Habrá que abrir las cancelas, para correr a la playa,
a ver si así se nos callan, los gritos por los oídos,
de tantos niños perdidos.

A ver si Europa se entera, que no hay quien ponga barreras, al sueño de la esperanza, que el alma se aferra a un sueño,
y el sueño mueve las barcas.
Para vivir de rodillas, mejor morir en el agua,
ahogarse en la pena hiere, y deja llagas que sangran,
mejor ahogarse en las olas, las olas no dejan marcas.

Habrá que abrir las ventanas, para mirar a la playa,
y hacer una red de lazos y un puente brazo con brazo,
para que vengan y vayan.
Habrá que abrir las cancelas, y así correr a la playa,
a ver si no se nos hiela la sangre por la garganta,
de tanto dolor que espanta.

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