La Via Láctea. Una luz nueva. El rosetón

Itero de la Vega- Villarcázar de Sirga
13ª etapa

Padre, me pongo en tus manos, haz de mi lo que quieras, sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo.

De nuevo, las seis de la mañana. Se está convirtiendo en la hora de comenzar a caminar. Un cielo claro, lleno de estrellas, la vía láctea. Las veo por primera vez así, en esta noche eterna.

Me paro en el camino. Detrás de un teso que acabamos de pasar brota el primer rayo de sol. Lo recibo y noto que me traspasa, que me calienta, que me ilumina. Nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para dar luz a los que no ven las estrellas, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Es Domingo: una luz nueva resucita en la mañana, llena de gracia inocente, llena de sol y de gracia.

Guía tú, Señor, mis pasos, en este día. Que cada día sea tu día, y que mi vida sea para tu gloria y alabanza.

Por primera vez vemos una bandada de codornices cruzar el camino; unas cuantas alzando, a trompicones, el primer vuelo. Boadilla del Camino nos recibe con una banda de palomas que aventa el campo.

Creo que es el primer día que no adelantamos a ningún peregrino, ni tenemos en el horizonte a ningún caminante. Castilla sigue llena de soledad y silencio. En estas interminables rectas, andaderos junto a la carretera, tú vas conmigo en la oración de tu nombre. Llevas el ritmo de mis pasos, de mi vida.

Trato de no pensar en nada de lo que me tiene tan loco durante el año. Todo viene y todo va, todo fluye. Don´t push the river. Qué fácil es escribirlo, aunque sea en inglés. Dame vuestro amor y gracia, que ellas me bastan.

Frómista. Frómista. Frómista. Tres veces bello.

El año pasado, cuando entré con mis padres en la iglesia de san martín, vi a un peregrino. Me dije, algún día yo estaré aquí, con el corazón lleno de tanta belleza, la belleza del camino.

Llegamos a Villarcázar de Sirga, con el toque de misa. Entramos en el templo, abarrotado de misa mayor, recién peinado, sucios y sudorosos, los peregrinos. A tiempo para escuchar tu Palabra:

Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco.

Evangelio de la transfiguración. Homilía horrible del cura, un despropósito de datos inconexos. La gente no escucha, y si escucha no entiende, y queda sin ser transfigurada.

Terminar esta etapa, tan de oración, con la celebración de la eucaristía parroquial me ha unido a toda la Iglesia.

Sesteamos en la plaza, esperando que abrirán el albergue, que os ducharemos, lavaremos la ropa, descansaremos. Todo es gracia, todo es gratis, todo es un regalo: como la hermosísima vista desde el balcón de nuestra habitación, que da a la plaza, que nos centra en el rosetón. Desde la cama, me absorbe.

Los hospitaleros, un matrimonio de Gazteiz con su hijo, llenos de delicadeza y sencillez. Me impresiona ver cómo curan las ampollas de un peregrino, enormes, mientras le dicen que no puede hacer etapas de 40 kilómetros. “No corras por llegar, donde tienes que ir es al interior de ti mismo”.

Paso un buen rato junto a Santa María la Blanca, recogido por el románico, por María, en su seno maternal. Oración mariana. María dándonos, siempre, a Jesús. Ofreciendo al peregrino el fruto de su vientre, Jesús.

Cae la tarde, entra la noche después de que entremos en la cama. Gracias por el día.

3 comentarios en «La Via Láctea. Una luz nueva. El rosetón»

  1. No te conozco, pero ¡GRACIAS, MUCHAS GRACIAS! Disfruto cada día con tu «aventura» de peregrino, gracias por compartir sobre todo tu «camino» espiritual. Me hace bien. Te encomiendo a la Virgen

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