Las pensiones III: los problemas éticos del sistema de reparto

Una de las propuestas de DRY dice así: Jubilación a los 65 y ningún aumento de la edad de jubilación hasta acabar con el desempleo juvenil

Planteo una alternativa, más justa y sobre todo, sostenible: garantizar la sostenibilidad del sistema, mantener la jubilación a los 65 o su adelanto para el que pueda y quiera. Siguiendo las entradas en las que explicaba los dos sistemas de pensiones posibles, entro ahora de lleno en las críticas al modelo actual español:

1. Es altamente peligroso para el bienestar social. Es insostenible y su mantenimiento pone en juego las pensiones de los trabajadores pues depende de la pirámide poblacional. Su quiebra, significaría el desastre para millones de personas que viven de la renta de su trabajo y cuando se jubilan, de su pensión.

2. Algunos privilegiados españoles, los funcionarios públicos, pueden capitalizar parte de su pensión. Sólo ellos pueden escapar del sistema coercitivo de reparto. Crear castas privilegiadas atenta contra la justicia y la igualdad de los ciudadanos.

3. El sistema de reparto es innecesario y atenta contra el principio de subsidiaridad, pues existe una alternativa en la que no participa el Gran Estado, que además es mejor para el trabajador. Y no implica privatizar las pensiones, pues pueden coexistir fondo privados y públicos. El sistema de capitalización puede seguir siendo público.

4.Se defiende con argumentos de solidaridad, lo cual es un embuste: las personas que en el sistema de reparto no aportan lo suficiente, reciben su pensión mínima de los Presupuestos Generales del Estado. Seguiría siendo así con un sistema de capitalización.

5. Es impropio de una sociedad compuesta por ciudadanos adultos y responsables, a los que se les obliga poner sus ahorros en manos del Estado, muchas veces manos corruptas e irresponsables. Obligatoriedad de ahorrar parte del salario para la jubilación y libertad para ampliar la cantidad y elección del gestor.

6.  Priva a la sociedad de los beneficios de un sistema de capitalización (incentivación del ahorro, precaución en la política  macroeconómica, control del gasto público, búsqueda de la eficiencia del Estado…)

7. Cualquier ciudadano que monte una sociedad en la que los socios cobran de los pagos realizados por los nuevos socios y así sucesivamente, va a la cárcel por estafa piramidal. Lo que no es ético ni legal para un ciudadano de a pie, nunca lo puede ser para un Estado o para la sociedad en su conjunto. El sistema de reparto es una estafa piramidal.

8. Su pervivencia obliga a los trabajadores, independientemente de su categoria profesional, a trabajar más años y a cotizar mayores cuotas a la SS.

Por todo ello, el sistema de reparto se configura como la alternativa sostenible economicamente, justa socialmente y éticamente correcta. El paso a este sistema de capitalización con fondos públicos y privados, como ya lo ha hecho Suecia, demostrando así que no se trata de derechas ni de izquierdas, sino de supervivencia, justicia y libertad es la garantía para hacer frente a los retos planteados

4 comentarios en «Las pensiones III: los problemas éticos del sistema de reparto»

  1. Pablo: nosotros en Argentina tuvimos el sistema de las AFJP, es lo mismo que esta usando Suecia?, me interesa este comentario que has escrito y veo que tienes mucho conocimiento sobre esto, un saludo.

  2. Algunas preguntas:

    Para corregir la pirámide poblacional de un país ¿que se puede hacer? ¿habría que tener en cuenta la pirámide de población de la Unión Europea en su conjunto? ¿y a nivel mundial?

    ¿es justo el reparto de la riqueza?

    A parte de los funcionarios públicos, quien puede acceder a una pensión o a un ahorro para la jubilación? ¿es solo cuestión de ricos?…

    ¿que modelo de Estado estas proponiendo? ¿Quien se encargará de los que no alcancen el mínimo?

    Perdona por hacer tantas preguntas… Espero que poco a poco me puedas ir respondiendo.

    Gracias y un abrazo.

  3. Contesto brevemente:

    Sobre Argentina, no estoy muy puesto. Sé que fue de los primeros (primero?) en cambiar a un sistema de capitalización. Lo cierto sq tenía fallos derivados de la posibilidad de mantener dos sistemas en paralelo que hacía recaer sobre el estado una gran carga financiera. Se soluciono por la via rapida, que era la nacionalizacion del sistema. Habría mucho que decir, pero lo cierto es que el modelo que se eliminó no es en ningún analisis una referencia de cómo hacer las cosas.

    La piramide europea o mundial, en ppio no cambia nada, pues los sistemas de pensiones son nacionales. De cualquier forma, si fuera de otra manera, seguiría dependiendo de un crecimiento permanente de la poblacion empleada. retrasariamos 100 oo 200 años el problema, pero no lo eliminariamos.

    Sobre el reparto de riqueza, creo que sí que es justo (pero no ilimitado)

    Los funcionarios pueden capitalizar sobre un 10% de su pension. A parte de eso, cualquier ciudadano puede ahorrar parte de su salario neto en planes de pensiones privados, pero nunca reducir su aportación a la SS

    Ahora mismo, de la SS cobra su pensión el que ha cotizado lo suficiente. Los que no alcanzan el mínimo, están a cargo del Estado vía Presupuestos Grles. Eso seguiría siendo así.

    El tema delicado es la transición entre los dos sistemas. EL caso argentino no es un modelo, pero si otros como el chileno, el sueco, el neozelandes…

    Siempre queda una solución, mantener el viejo sistema, cotizar más y cobrar menos.

  4. Quien ignora la Historia, está condenado a repetirla. Ciertamente, la transición entre el actual sistema de reparto y el propuesto sistema de capitalización, sería complicada, muy complicada. Porque vivimos en una gran mentira. Cuando se montó el sistema de reparto, todo el mundo empezó a cotizar; pero nadie cobraba pensión. Con ese dinero, en vez de capitalizarlo, se construyeron todos los hospitales, consultorios, etc. Hacían falta, y se utilizó el dinero en ellos. Además de las pensiones, con las cotizaciones, se cubría la Sanidad. Cuando la demografía empezó a declinar, se pasó la Sanidad al Estado (y las autonomías), quedando las pensiones a cargo de las cotizaciones. El Estado se quedó con los hospitales, etc, a cambio de pagar las nóminas de los médicos, enfermeras, etc, las recetas…. De aquí nace la gran mentira actual. Las cotizaciones estaban capitalizadas en unas instalaciones que sólo generaban gasto, pues el Estado no pagaba por su uso, descapitalizando el sistema de Seguridad Social. En vez de pagar por usarlos, el Estado se quedó con el patrimonio (hospitales), impidiendo que fueran rentabilizados con beneficio suficiente para pagar pensiones, condenando a las pensiones a funcionar de por vida en sistema de reparto. Si ahora se plantea un sistema de capitalización, el problema será ver en qué se invierten las cotizaciones, y quién soportará las pérdidas que se puedan producir por mala gestión, crisis más o menos periódicas, etc. Gestores privados españoles e internacionales, supuestamente listísimos, han conseguido pérdidas astronómicas en tiempos recientes, tanto en bancos como en cajas de ahorros, en fondos de inversión, y en fondos de pensiones. Especialmente grave ha sido el asunto de los fondos, pues las pérdidas las han soportado los pensionistas, cobrando menores complementos y perdiendo sus ahorros. El Estado sólo garantiza (Fondo de Garantía de Depósitos) las cuentas y libretas de ahorro, y los plazos fijos. Con estos antecedentes, me parece muy imprudente el abogar por el desmontaje del sistema de reparto. Los trabajadores del futuro no van a salir corriendo, ni serán ellos quienes evadan el pago de sus cotizaciones, mientras que… ¿dónde está el dinero perdido por el Bankisur de Ruiz Mateos, el Banesto de Mario Conde, la Banca Catalana de Jordi Pujol, Afinsa, Forum Filatélico, Banco de los Pirineos, grupo Torras, SOFICO, o Madoff, presidente del NASDAQ, la Bolsa de Nueva York especializada en empresas tecnológicas, etc? Sí tienes razón en que la solución de pagar más cotizaciones y cobrar menos pensiones, resulta desagradable. Pero nuestra estresada y empobrecida sociedad empuja a una inexorable caída de la natalidad, mientras que el descenso de mortalidad en carretera y las leyes contra el tabaco, incrementan la esperanza de vida. No hay solución fácil, no.

Deja una respuesta