Línea recta. Una encrucijada. El negociante de estrellas.

Villárcazar de Sirga-Calzadilla de la Cueza
14ª etapa

Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy las gracias.

Hacia Itero de la Vega, antes de ayer, fue una línea horizontal. Hoy es vertical, y rasga el cuaderno de arriba abajo. De Villarcazar de Sirga a Calzadilla de la Cueza una recta. Nada más. Y una sola encina.

El paseo se hace eterno. Sólo el conocimiento de que es un tramo de camino original anima a seguir…Por ponerse metas es bueno fijarse en el horizonte. Es el juego de las ilusiones. Llenar de futuro un paisaje que parece haberlo perdido.

La guía, como siempre, es precisa, muy descriptiva. Pero le falta, es una guía, no un abecedario ni un itinerario espiritual, una mirada de fe, un ir un poco más allá de lo que se ve, de lo que se intuye, de lo que se desconoce. Es una línea recta, que une dos puntos por el trayecto más corto. Línea sencilla, sin dobleces, clara.

En mi cuaderno, línea vertical. Unir lo humano con lo divino. La horizontal y la vertical se juntan en la cruz: la cruz del camino, la propia cruz de cada día, la encrucijada. La encrucijada de la cruz es tu corazón abierto, dándose. Solo el conocimiento de que tú eres el camino, de que el camino conduce hacia ti, invita a seguir.

Líneas rectas. Es evidente que seguimos en la Castilla del autor de “el camino”, por cuya tierra, más al sur, capital castellana, no pasa el de Santiago.

Hasta llegar a Carrión de los Condes, y un poco más, he cojeado con mucho dolor. Me da miedo el estar forzando excesivamente, el no llegar. ¿A dónde? Tu me llegas cada día. ¿Por qué no aprendo de una vez por todas el ritmo de lo cotidiano, lo lento, lo callado? ¿Por qué no respeto el ritmo que tú me marcas?

Siempre haciendo los cálculos de que dejan perplejo al principito cuando se encuentra al negociante de estrellas. “Yo poseo las estrellas porque jamás, nadie antes que yo, soñó con poseerlas. ¿Y qué haces tú con las estrellas? Las administro, las cuento y las recuento”

Hoy calculo que estamos atravesando el ecuador del camino. Un cálculo. ¿Qué quiere decir? Contar kilómetros es como contar estrellas. No sirve para nada si no hay dentro una poesía susurrando que no sirve para nada contar sino admirar.

En cualquier caso, gracias, Señor, porque me has traído hasta aquí, porque vas a mi vera; gracias por hacerme, y hacerme peregrino. Gracias por hacerte tú caminante por nuestra tierra. En tus manos estoy, entre el cielo y la tierra, en silencio y soledad, en compañía. Gracias, Señor, por esta peregrinación, en la que tu nombre me acompaña. Por amor a tu nombre.

Desde Carrión a Calzadilla una línea recta, desnuda, despojada, un horizonte que no avanza. Nosotros sí avanzamos. Un solo campo que lo envuelve y lo invade todo. Los pasos, el camino, el polvo, un no parar de andar sabiendo que siempre se acaba llegando.

El albergue, en medio de esta nada, son los jardines del generalife. Después de la recta interminable, jaima de oasis. Un edificio alargado, sencillo, con literas, sin apenas espacio: 50 camas, un barracón Una bendición, tu pan de cada día, para quien no tiene nada y es recibido siempre. Amabilidad del hospitalero.

Celebro la eucaristía en el patio del albergue, en un lugar que, de astroso, podría ser perfectamente el pesebre de Belén. Y me quedo embobado, contemplando tu gloria. Es actualizar, en la encrucijada, el misterio de la encarnación y de la eucaristía. La creación y la pasión. El nacimiento y la muerte. Todo unido, unificado en ti.

Realmente es un don tuyo poder celebrar la eucaristía en estas condiciones, y luego estar un rato hablando de la importancia de vivir la fe en comunidad, de llevar la fe a la vida y la vida a la fe.

Estuve mirando al infinito castellano, repitiendo Señor Jesús, Hijo de Dios, ten misericordia de mí, que soy un pecador. Me respondía con una paz infinita y un silencio sobrecogedor.

En tus manos.

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