Maravillarse y aprender

En el manuscrito de un libro que me dan a leer
lo primero que veo es la siguente cita.

Cada cosa tiene su belleza,
pero no todos pueden verla.
(Confucio)

 

Cerámica arte griego

Y he recordado un artículo de Javier Gomá, Belleza sorpendida, en el que entre otra cosas escribe

Para mí, la quintaesencia de lo bello se compendia en la cerámica griega arcaica y clásica, ánforas y vasos de vientres tallados con idílicas figuras negras y rojas y usados para la modesta tarea de escanciar el vino mezclado con agua en los simposios. Si no hay utilidad sin belleza, tampoco encontramos allí belleza sin utilidad, ningún ornato rococó y superfluo: la poesía, la música, la arquitectura, el teatro, la retórica o la filosofía son actividades comunitarias y deben contribuir al éxito de una sociabilidad amable y buena. Aquí no rige el aut-aut romántico que te obliga a elegir entre lo bello y lo útil. Por el contrario, el ideal griego del kalos kai agathos aúna lo bello con lo bueno, lo justo, lo útil y lo santo.

Nada más bello que la belleza inconsciente de sí misma y sorprendida en su atractivo…

…como esta pareja de enamorados que han ido a rendirse junto al Peine del viento, en San Sebastian, ajenos incluso a la belleza de su amor, que lleva a plenitud el paisaje, entre el cielo y el mar.

 

Maravillarse y aprender de la belleza de las criaturas. Acercarse a la belleza del creador.

 

Deja una respuesta