Mil gracias derramando

Apresuraos, pues, almas fieles, contentas e infatigables, y acercaos al Esposo amado, que «sale a recorrer su camino, y de un extremo del cielo llega al otro extremo» [Sal 18,6]. Nada puede quedar oculto a sus ojos, y camina igualmente sobre las pequeñas briznas de hierba, como entre los cedros grandiosos. Bajo sus pasos poderosos, se igualan los granos de arena a las montañas. Por donde quiera que vayáis, por allí ha pasado Él, y no tenéis más que seguirle incesantemente para encontrarle adonde quiera que estéis

JP Caussade

Australian_Stock_Route_(Berrima_district)_1925

Deja una respuesta