Frente a la muerte de un hombre, un cristiano no se alegra nunca, sino que reflexiona sobre las graves responsabilidades de cada uno ante Dios y los hombres, y espera y se compromete para que cada acontecimiento no sea ocasión para un crecimiento ulterior del odio, sino de la paz
Ha sido muy criticado en algunos sectores pero a mi me parece una declaración correctísima y profundamente evangélica.
Saludos
Excelente reflexión, Pablo. La verdad, que esto iba a pasar estaba cantado: era cuestión de tiempo. Si era inevitable, quiero pensar que no, pero dependía de que un corazón que era de piedra, el de bin Laden, por alguna razón Dios hiciera que cambiase. Pero la ola tan estúpida de alegría y de declaraciones que han seguido a esto, me parecen de lo más triste. Ojalá tengan razón los que opinen que el mundo va a ser más seguro -incluyendo a nuestro Presidente y a otro al que han dado un Nóbel de la Paz-, pero me resulta difícil creerlo. De hecho, creo que violencia sólo engendra violencia.
No se me habrían ocurrido palabras tan apropiadas… Qué pena he pasado… No por la alegría de algunos -inevitable- sino porque se ha hecho de esa alegría algo que no debe ser vergonzoso, sino todo lo contrario…
Una visión cuanto menos curiosa, la del P.Fortea:
http://blogdelpadrefortea.blogspot.com/2011/05/bin-laden-valoracion-moral-de-su-muerte.html
Al respecto he de completar mi opinión. Se ha dicho del asesinato de BL que fue un acto de Justicia. No. Fue un acto de venganza. Otra discusión es la de la legitimidad del acto.