Niño II

Abro siempre los libros destinados a niños como quien mete las manos en el agua de un río, escarba en el fondo arenoso y, al sacarlas, ve resplandecer entre la arcilla pepitas de oro. Busco aquellos que me devuelvan el asombro y la perplejidad de cuando era niña, que me regalen el placer de entonces. Historias sin moraleja ni moralina ni intenciones didácticas, que me lleven a contemplar las cosas desde puntos de vista inusuales, a cuestionar lo cotidiano. Libros que hablan de lo más complejo de la forma más inteligente, que es siempre la más sencilla.

 

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