Orantes IX

«Pablo es un místico y nada más que un místico», o sea un hombre verdaderamente enamorado de Cristo y de tal manera unido a El, de poder decir: Cristo vive en mí. La mística de san Pablo no se funda sólo en los eventos excepcionales por él vividos, sino también en la cotidiana e intensa relación con el Señor que lo ha sostenido siempre con su Gracia. La mística no lo ha alejado de la realidad, al contrario, le ha dado la fuerza para vivir cada día por Cristo y de construir la Iglesia hasta el fin del mundo de aquel tiempo. La unión con Dios no aleja del mundo, sino que nos da la fuerza de estar realmente, de hacer cuánto se debe hacer en el mundo.

También en nuestra vida de oración podemos tener quizás momentos de particular intensidad, en los que sentimos más viva la presencia del Señor, pero es importante la constancia, la fidelidad de la relación con Dios, sobretodo en las situaciones de aridez, de dificultad, de sufrimiento, de aparente ausencia de Dios.

Benedicto XVI, audiencia  general, miércoles 13 de junio 2012

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