Endechas del consuelo

Huele a lluvia el rastrojo al solillo
de la tarde, se siente cerca la pureza
del cielo. Estar apenas vivo, que no
duela, con eso basta, dejarse
hacer. La luz en las colinas, frotarse
los ojos por si acaso, llamar a las palabras
más frías, a las secas. Sobre todo
no decir, verbigracia, que la música
es la cosecha del silencio. Obviarlo.

Fermín Herrero

La respuesta

Cuántas veces puede un hombre girar la cabeza,
y fingir que simplemente no lo ha visto.

La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento.
La respuesta está flotando en el viento.

Cuántas veces debe un hombre levantar la vista,
antes de poder ver el cielo.
Cuántas orejas debe tener un hombre,
antes de poder oír a la gente llorar.
Cuántas muertes serán necesarias,
antes de que él se de cuenta,
de que ha muerto demasiada gente.

 

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Un milagro

Juan Ramón es un poeta innato, uno de aquellos que nacen un día con la misma simplicidad con que brillan los rayos del sol, uno que pura y simplemente ha nacido y se ha dado a los demás, inconsciente de sus talentos naturales. No sabemos cuando nace un poeta de esa naturaleza. Sólo sabemos que un día lo encontramos, lo vemos, lo oímos, según un día una planta florecer. Llamamos a esto un milagro.

discurso que pronunció el gran poeta, dramaturgo y traductor Hjalmar Gullberg, en ocasión de concedérsele a Juan Ramón Jiménez el Premio Nobel de Literatura en 1956.