Ars silentium II

por eso conviene al ánima de todo punto lanzar de sí todas las ocupaciones interiores y exteriores, y que solamente entienda en recibir a su esposo, por cuanto es simple y uno, y quiere ser buscado en simplicidad y unidad de corazón. Pues el corqazón no es simple y uno si en tantas partes está dividido por cuidados humanos, vanos.

García Jimenez de Cisneros

Monje sentado manos meditando 35,5cm

 

La casa

la casa es la concavidad del cobijo, de la misma manera que el cuenco formado por las manos lo es del don. El tejado de la casa se parece a la figura de las manos juntas mirando hacia abajo; las palmas serían el techo. El cuenco se hace con las manos juntas hacia arriba, Con el cuenco se da y se ofrece, con el techo se guarda y se ampara. El cobijo lleva al don, Se da en casa y se sale de casa para dar.

José María Esquirol, La resistencia íntima

cuenco

 

 

Silencio y soledad

Solo quien es capaz de soledad puede estar de veras con los demás. El silencio de quien se recoge es un silencio metodológico -literalmente, «de un camino»- que busca ver mejor. Afinar los sentidos, básicamente abrirlos; estar en vigilia; hacer como si los ojos fuesen oídos, y los oídos los ojos. ¿Es ésta una actitud estéril, inferior a las ilusiones de la autorrealización?

José María Esquirol

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Cándido

Un día conocen a un anciano que toma el fresco bajo un emparrado de naranjos. Los visitantes comprueban que es alguien que se mantiene desinformado de las cosas concretas que les suceden a los grandes personajes de la ciudad. Que es alguien que no está pendiente de la actualidad. El anciano confiesa; nunca me informo de lo que sucede en Constantinopla; me contento con enviar allá las frutas del huerto que cultivo.

Voltarie, Cándido

Mandarinas-5