A veces queremos encontrar a Dios. Pero es Dios quien nos busca a nosotros, y a menudo El se hace encontrar por quien ni siquiera lo buscaba»
Henri de Lubac
San Juan XXIII
No cometió el error de pretender conocer el futuro ni las consecuencias últimas de lo que estaba intentando hacer: siempre se había contentado con «vivir al día, incluso «a la hora», como los lirios del campo, y en su nueva condición ( de papa) estableció como regla básica de conducta «no tener preocupación por el futuro», no hacer provisión humana cara al futuro, y cuidarse de no hablar con nadie acerca del futuro de manera confiada y ocasional. Era la fe, no la teoría teológica o política, la que le previno contra «toda connivencia con el mal en la vana esperanza de poder ser de utilidad a alguien».
Esta completa libertad respecto de cuidados y preocupaciones era su forma habitual de humildad. L que le hizo libre fue el poder decir, sin reservas de ningún tipo, fuesen mentales o emocionales, «Hágase tu voluntad».
Hannah Arendt, en Hombre en tiempos de oscuridad
Santa Teresa IX
La paz interior VI
Ese es el camino de la felicidad: dejar actuar a Dios en nuestra vida. Si le dejamos actuar libremente, Dios es infinitamente más capaz de hacernos felices de lo que somos nosotros, pues nos conoce y nos ama más de lo que nosotros nos conocemos y nos amamos. San Juan de la Cruz expresaba esta verdad en otros términos: Se me han dado todos los bienes desde el momento en que ya no los he buscado». Si nos desprendemos de todo poniéndolo en las manos de Dios, Dios nos devolverá el ciento por uno»
Jacques Philippe
Inmaculada
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén»
La paz interior V
La paz interior IV
Santa Teresa VIII
La paz interior III
La paz interior II
¿Cómo crecer en esta confianza total en Dios, cómo cultivarla y alimentarla en nosotros? Ciertamente, no solo por especulaciones intelectuales y consideraciones teológicas, que no se sostendrán en el momento de la prueba, ni no por una mirada de contemplación hacia Jesús»
Jacques Philippe
La paz interior I
Dios cree en el hombre
Pero queremos decirlo. Compartir con los hermanos el mismo deseo de amar con respeto a todos, a la manera de Jesús de Nazaret, es una gran alegría. Es un apoyo releer juntos nuestra vida compartida con la gente, sabiendo que nuestros hermanos no nos dejarán abandonados en el camino.
Rezar juntos, dejarse moldear juntos por Dios, escuchar juntos su Palabra que nos dice, de todas las maneras imaginables, que Dios cree en el hombre…todo esto alimenta nuestra esperanza.