Llena de Gracia

-Miriàm, ¿sabes lo que es la gracia?

-No con precisión, contesté.

-No es una andadura atrayente, no es el porte elevado de algunas de nuestras mujeres más destacadas. Es la fuerza sobrehumana de afrontar el mundo solos sin esfuerzo, retarlo a duelo por entero sin despeinarnos tan siquiera. No es femenino, es una dote de profetas. Es un don y tú lo has recibido. Quien lo posee está emancipado de todo temor. Lo vi en ti la noche del encuentro y desde entonces lo llevas encima. Tú eres llena de gracia. A tu alrededor hay una barrera de gracia, una fortaleza. Tú la esparces, Miriàm, incluso sobre mí.

Eran de las palabras que se merecen abrazos. Permanecimos tumbados sin caricia alguna. Lo pensé un poco y contesté en broma.

-Tú estás enamorado perdido, Iosef.

En el nombre de la madre, Erri de Luca.

en-el-nombre-de-la-madre

Anhelo

si lo que yo anhelo es pertenecer a Dios, no me entreguéis al mundo ni me seduzcáis con las cosas materiales; dejad que pueda contemplar la luz pura; entonces seré hombre en pleno sentido. Permitid que imite la pasión de mi Dios. El que tenga a Dios en sí entenderá lo que quiero decir y se compadecerá de mí, sabiendo cuál es el deseo que me apremia.

Ignacio de Antioquía

454px-Pietro_Perugino_cat75

El burro

El burro de mi abuelo no tenía nombre. Todos lo llamábamos simplemente “el burro”. ¿Has llevado el burro al bebedero? Voy a echar de comer al burro. Saca el burro a la dula. Me llevo el burro a la pieza… Y así sucesivamente. El burro de mi abuelo Alejandro era mediano de estatura, ni grande ni chico, su piel, de color rucio claro, era fina y caliente.

Abel Hernández, El canto del cuco

'El canto del cuco' Abel Hernández

Sostenidos

El alivio de descubrir que cuando nos quitamos el peso del mundo que llevamos sobre nuestras espaldas, sentimos que no se apoyaba sobre ellas. El descanso de presentir que tampoco nosotros, en nuestra naturaleza más profunda, nos sostenemos sobre nosotros mismos, la sospecha de que también de nosotros podemos descansar; que también nosotros podemos simplemente estar, simplemente dejarnos ser… El sentimiento, tan presentido como postergado, de que si osáramos soltarnos descubriríamos que no nos apoyábamos sobre nosotros: que siempre estuvimos sostenidos, que hubiera bastado con recibirnos, con abrirnos a la recepción. Descubrimos, también, que soltarse es llegar adonde estábamos pero aún no lo éramos, que entregarnos es encontrarnos no ya en nosotros sino dilatarnos en lo que en esa entrega se abrió; que soltar no es caer sino ahondar y que soltando también se salta.

Contemplar la naturaleza

Contemplar la naturaleza, su inmensurable vastedad o su abismal intimidad, sus mares, sus estrellas o el cierne tembloroso de una hoja que asoma, es siempre el contacto, la experiencia, de una realidad, de un espacio que no se centra, no se cierra sobre un yo. Un espacio donde mi mirada no me busca, donde no se refleja en mi propia obra, donde no vuelve a mí para volver a encerrarme… Un espacio, una apertura que salva, que redime.

H.Mújica

Delta del Okavango