Cuaresma I

conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza» (2 Cor 8, 9). El Apóstol se dirige a los cristianos de Corinto para alentarlos a ser generosos y ayudar a los fieles de Jerusalén que pasan necesidad. ¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de San Pablo? ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico?»

Mensaje del Papa Francisco, Cuaresma 2014

02.21

NICODEMO II

AMOR DE JESÚS 3

«¿A qué esperas? ¡Ven!». Esta es la invitación de Nicodemo a todo el que se acerque a esta imagen. «Supera tus miedos y tus vergüenzas, da un paso más, acércate, pon un pie en la escalera, y otro, apoya tu mano en la cruz, abraza al Autor de la vida, que ahora es un cuerpo sin vida, acerca tu mejilla a su costado, ya no late su corazón, el corazón de Jesús, tan lleno de compasión hacia todos…».

Él pide ahora un gesto de compasión, un último gesto de bondad ya que nadie se atrevió a hacer nada para que no le crucificaran.

Dios, que es amor, para conquistar nuestro corazón se ha abajado hasta hacerse víctima. El inocente condenado para despertar en nosotros una llamita de compasión. Nadie puede pasar y quedar indiferente ante el amor de Jesús.

Platero y yo IV

La luna

Platero acababa de beberse dos cubos de agua con estrellas en el pozo del corral, y volvía a la cuadra, lento y distraído, entre los altos girasoles. Yo le aguardaba en la puerta, echado en el quicio de cal y envuelto en la tibia fragancia de los heliotropos.

Sobre el tejadillo, húmedo de las blanduras de septiembre, dormía el campo lejano, que mandaba un fuerte aliento de pinos. Una gran nube negra, como una gigantesca gallina que hubiese puesto un huevo de oro, puso la luna sobre una colina.

Yo le dije a la luna:

…Ma sola
ha questa luna in ciel, che da nessuno
cader fu vista mai se non in sogno.

Platero la miraba fijamente, y sacudía, con un duro ruido blando, una oreja. Me miraba absorto y sacudía la otra…

NICODEMO I

«Nunca insistiré lo suficiente en la importancia de orar ante una imagen, y ello aunque se rece con los ojos cerrados. Gracias a las imágenes, el creyente no se olvida de que está en oración, es decir, en escucha y coloquio con el Señor». Pablo D’Ors en El Olvido de sí.

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Contemplas una versión original de “el corazón de Jesús” elaborada por las Hermanas de Belén y de la Asunción de la Virgen.

El buen arte religioso se hace en oración, es una forma de oración, y su destino es la oración, no el adorno.

Jesús en la cruz está ya muerto. Le han quitado un clavo. Nicodemo, encaramado en una escalera, ayuda a bajarlo. Con él estaba José de Arimatea, el dueño del sepulcro nuevo donde van a depositar el cuerpo del Señor. Nicodemo, cuenta el evangelio de Juan, había gastado un montón de dinero en mirra y áloe para perfumar el cuerpo sin vida de Jesús. Después lo envolvieron en una sábana y lo sepultaron. (Cf. Juan 19, 38-42).

Platero y yo III

Amistad

Nos entendemos bien. Yo lo dejo ir a su antojo, y él me lleva siempre adonde quiero.

Sabe Platero que, al llegar al Pino de la Corona, me gusta acercarme a su tronco y acariciárselo, y mirar el cielo a través de su enorme y clara copa; sabe que me deleita la veredita que va, entre céspedes, a la Fuente vieja, que es para mí una fiesta ver el río desde la colina de los pinos, evocadora, con su bosquecillo alto, de parajes clásicos. Como me adormile, seguro sobre él, mi despertar se abre siempre a uno de tales amables espectáculos. Yo trato a Platero cual si fuese un niño. Si el camino se torna fragoso y le pesa un poco, me bajo para aliviarlo. Lo beso, lo engaño, lo hago rabiar… él comprende bien que lo quiero, y no me guarda rencor. Es tan igual a mí, tan diferente a los demás, que he llegado a creer que sueña mis propios sueños.

Platero se me ha rendido como una adolescente apasionada.

De nada protesta. Sé que soy su felicidad. Hasta huye de los burros y de los hombres.