Platero y yo VI

La arrulladora
La chiquilla del carbonero, bonita y sucia cual una moneda, bruñidos los negros ojos y reventando sangre los labios prietos entre la tizne, está a la puerta de la choza, sentada en una teja, durmiendo al hermanito.

Vibra la hora de mayo, ardiente y clara como un sol por dentro. En la paz brillante se oye el hervor de la olla que cuece en el campo, la brama de la dehesa de los Caballos, la alegría del viento de mar en la maraña de los eucaliptos.

Sentida y dulce, la carbonera canta:

Mi niiiño se va a dormiii
en graaasia de la Pastoraaa…

Pausa. El viento en las copas…

…y pooor dormirse mi niñooo,
se duermeee la arruyadoraaa…

El viento… Platero, que anda, manso, entre los pinos quemados, se llega, poco a poco… Luego se echa en la tierra fosca y, a la larga copla de madre, se adormila, igual que un niño.

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