San Juan XXIII

No cometió el error de pretender conocer el futuro ni las consecuencias últimas de lo que estaba intentando hacer: siempre se había contentado con «vivir al día, incluso «a la hora», como los lirios del campo, y en su nueva condición ( de papa) estableció como regla básica de conducta «no tener preocupación por el futuro», no hacer provisión humana cara al futuro, y cuidarse de no hablar con nadie acerca del futuro de manera confiada y ocasional. Era la fe, no la teoría teológica o política, la que le previno contra «toda connivencia con el mal en la vana esperanza de poder ser de utilidad a alguien».

Esta completa libertad respecto de cuidados y preocupaciones era su forma habitual de humildad. L que le hizo libre fue el poder decir, sin reservas de ningún tipo, fuesen mentales o emocionales, «Hágase tu voluntad».

Hannah Arendt, en Hombre en tiempos de oscuridad

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