Soledad ambigua

“Todo lo humano es ambiguo, y la soledad también lo es. Hay que dejar clara la diferencia entre soledad y aislamiento. Si los confundimos, se puede emprender un camino que conduzca más a una patología que al desarrollo de la persona. Una de las tragedias del hombre actual es que siempre está en otro sitio de donde está, por la cantidad de cosas que tiene que hacer. Es el eterno ausente, y precisamente porque no se sabe quedar solo. La soledad, la buena, está hecha de relaciones. En la soledad buena yo no niego mi capacidad de relacionarme. Es posible que el otro no esté físicamente presente, pero me sé y me siento en relación con él. Entonces, mi soledad está como poblada por algo (por un recuerdo, un libro, una audición de música, lo más hondo de mí mismo) o por alguien que, estando en el fondo de mí mismo, no me encierra en mí”.

Jennyfer Díaz

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