Sostenidos

El alivio de descubrir que cuando nos quitamos el peso del mundo que llevamos sobre nuestras espaldas, sentimos que no se apoyaba sobre ellas. El descanso de presentir que tampoco nosotros, en nuestra naturaleza más profunda, nos sostenemos sobre nosotros mismos, la sospecha de que también de nosotros podemos descansar; que también nosotros podemos simplemente estar, simplemente dejarnos ser… El sentimiento, tan presentido como postergado, de que si osáramos soltarnos descubriríamos que no nos apoyábamos sobre nosotros: que siempre estuvimos sostenidos, que hubiera bastado con recibirnos, con abrirnos a la recepción. Descubrimos, también, que soltarse es llegar adonde estábamos pero aún no lo éramos, que entregarnos es encontrarnos no ya en nosotros sino dilatarnos en lo que en esa entrega se abrió; que soltar no es caer sino ahondar y que soltando también se salta.

Deja una respuesta