Suspirar

Acostúmbrate, pues, ánima mía, a tener siempre memoria del que nunca se olvida de ti; deséalo con suspiros íntimos de tus entrañas muy amorosos, y no los dejes de usar entre ti mismo, ni aun los dejes de pronunciar muy quebrantados cuando estuvieres solo; y para sólo esto te aconsejo que ames la soledad, que es a esto muy favorable y agrada mucho al tu amado, aunque en público no debas tampoco cesar de suspirar a Él, deseándolo simplemente, de forma que no lo sientan los que no saben amar, ca pensarán que tienes alguna pena o descontento que te fatiga, y no sentirán que el mayor descontento y penitencia que tienen los siervos de Dios verdaderos es la ausencia de Él y el no sentir su gracia íntimamente en el corazón. Para lo cual tienen por muy saludable remedio gemir y suspirar al Señor como palomas amorosas de él, sabiendo que no hay voz que tanto penetre sus divinos oídos como el deseoso suspiro, al cual no tan solamente oye, mas esle como saeta que lleva yerba de amor, que luego hace sangre y prende al que no puede ser preso sino por amor

Francisco de Osuna

orante 20

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