¿Seguir a Cristo te ha cambiado la vida?

¿De qué me sirve decirle a alguien que estoy cambiando? Si estoy cambiando, entonces ciertamente ya no soy la persona que era y, si soy algo que antes no era, entonces está claro que no tengo conocidos. Y no hay forma de que yo pueda escribir a personas extrañas, que no me conocen.

Cita de Rilke en “El Signo de Jonás” pag 280 de Thomas Merton.

El bautismo, antiguamente, suponía un cambio radical. Para Jesús fue el punto de inflexión que lo lanza al anuncio de la Buena Noticia, dejándose en manos del plan de Dios, con la posibilidad de cambiar en cada instante en función del soplo del Espíritu. Hoy ese cambio hay que hacerlo durante la vida pues al nacer es imposible percibir estas cosas.

Y bien: ¿Seguir a Cristo te ha cambiado la vida, o aun te reconocen a ti en vez de a Él?

Es muy fácil acomodarse en las seguridades, en el pasado, en una reputación. Crear mi avatar, mi personaje en el mundo y vivir desde él, y no cambiar, hacer oídos sordos al Espíritu para no perder a mis conocidos, los que esperan algo concreto de mí, los que saben cómo voy a reaccionar porque es «mi estilo» MI forma de ser. ¿Dónde queda pues la forma de Dios?