Mentira y Verdad.

La Mentira era la reina del parqué. La había vestido el mismo grupo de estilistas que venía vistiendo a la Verdad y la verdad que estaba la mar de mona. Todos querían una foto con ella. Y salieron adorarla, alabarla… a comprarla. Su cotización subió como la espuma. Y ella además de guapa cada vez estaba más cara. Toda imagen. Toda fachada. Toda Mentira, toda todita ella. Los que la vistieron se rieron y ganaron, vaya si ganaron. Pero la mona vestida de seda mona se queda. Estaban todos de fiesta celebrando otro “subidón” de nuestra amiguita y de pronto y en un despiste… su vestido se rasgó. Lo que se vio ya se sabio. La Verdad se nos mostró y todo se desmoronó. Bendita Verdad: ¿No?