El hijo del trueno. LLuvia de mis pecados. Sin preguntas.

25 de julio
Santiago Apóstol
Roncesvalles-Zubiri
1ª etapa

Inicio la peregrinación, en tu nombre, Señor.

Salimos de Roncesvalles a las seis de la mañana. Muy nublado. Amenaza lluvia. Resuena en la piedra el bordón, y mi corazón hace eco.

Al llegar a la cruz de Roncesvalles, relámpagos y truenos. Santiago, Bonaerges, se nos hace presente al inicio del camino, en su solemnidad.

Al pasar por Burguete comienza el diluvio universal. Poner delante los tiempos míticos de la creación, el pecado, el arca…Parece que las cataratas de Iguazú se han venido a pasar el día, oscuro como la boca del lobo, hasta estas lindes de los Pirineos. Si la lluvia es una bendición hoy nos bendices copiosamente.

En Espinal, al entrar en el bar para desayunar, estoy empapado hasta el tuétano. Ya me he preguntado mil veces que hago yo bajo tanta, tantísima, lluvia. Lluvia de mis pecados. Lluvia en la oscuridad, en los hayedos, los robledales, en un bosque que se hace profundo y vaporoso. Me doy cuenta que no hay que pensar, ni quejarse, si resignarse, sino tratar de vivir el momento presente del camino, tal y como viene. Con los pies chapoteando de incertidumbre y barro.

Alto de Mezquiritz, una vista hermosísima, niebla y verde de Escocia. Tímidamente quiere rasgar el cielo el sol. Una lápida: “Aquí se reza a nuestra señora de Roncesvalles”. Rezo: Alégrate, María. Hágase en mí según tu Palabra. Y Habitó entre nosotros.

Solo miro el camino. Los interrogantes escampan.

Al llegar a Zubiri estoy agotado, con calambres, no puedo dar un paso. Llegamos los primeros al albergue, una clase de escuela. Al minuto aparece una norteamericana, con toda la ropa empapada. Le animo. Estar atentos a las necesidades de los otros.

Te vas haciendo presente. En el otro. Cada vez que…

Terminamos de comer, lluvia, frío, ambiente desapacible. Empiezan a llegar peregrinos calados pro la lluvia temprana y tardía.

Mejor no hacerme preguntas. Quizá esa sea la respuesta. En este momento, como respuesta, empieza a salir definitivamente el sol.

Como los caracoles sacan los cuernos empezamos a sacar, para secar, botas, calcetines húmedos, pantalones…y personas al sol. Se desvela un valle verde y hermoso, una verde pradera donde nos haces recostar.

En el albergue estamos casi treinta personas, en la misma sala. Hay dos. Ambiente de cordialidad agradable. Van apareciendo las historias, los planes, las expectativas.

Celebramos la eucaristía en la parroquia del pueblo. Tu mesa y tu palabra.

“Todo es para vuestro bien”, nos dice hoy la carta a los Corintios.

En tus manos, Señor, mi peregrinación. Celebrar la eucaristía me reconforta. Te haces presente en el camino. Te reconocemos al partir el pan.

A las ocho cena. A las nueve y media, ya en la cama, hablo con un oculista catalán. Cerramos los ojos.

En tus manos, Señor.