Otoño

Hace dos día ha entrado el otoño. En realidad vino antes. Lo vimos, al menos en Extremadura, paseándose solo por el campo algunas tardes de agosto, a esa hora en que  los días empiezan a perder luz. Cada estación se hace preceder de momentos que la presagian y gusta prolongarse en otros; por ejemplo, sin que haya terminado aún el verano, un día, de pronto, sentimos que ha pasado ya, y con él la algarabía azul de sus mañanas y la templanza de sus noches estrelladas, al igual que algunos días de abril podemos sentir cómo el invierno, que en principio había salido de escena, regresa intempestivamente atemorizando a la gente y metiéndola de nuevo en las casas con sus bravatas de escarcha y hielo.(…)

Lo que desearía uno leer en la primera página de los periódicos, hoy, ahora mismo, sería el poema al otoño de Keats. Sigue siendo noticia, dos siglos después de ser escrita, al contrario que estas noticias que se marchitarán antes de que se ponga el sol. Ninguna de ellas es tan importante como esos versos. Y eso sólo se sabe, por desgracia, cuando se van cumpliendo años. Lo mismo que esto: todo puede esperar, crisis, ruinas, estafas (de la política ni hablamos), pero no el otoño. Tengo entendido, por cierto, que algunos consideran reaccionario hablar del  otoño, o peor, cursi.» Andrés Trapiello