Evangelii Gaudium IV

Sólo gracias a ese encuentro –o reencuentro– con el amor de Dios, que se convierte en feliz amistad, somos rescatados de nuestra conciencia aislada y de la autorreferencialidad. Llegamos a ser plenamente humanos cuando somos más que humanos, cuando le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser más verdadero. Allí está el manantial de la acción evangelizadora. Porque, si alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido de la vida, ¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros?

Evangelii Gaudium III

El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Ésa no es la opción de una vida digna y plena, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado.

Evangelii Gaudium II

Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque «nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor». Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos. Éste es el momento para decirle a Jesucristo: «Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores».

Descentrado

 

La posición del discípulo misionero no es una posición de centro sino de periferias: vive tensionado hacia las periferias… (…). Habitualmente tenemos miedo a salir del centro. El discípulo-misionero es un des-centrado: el centro es Jesucristo, que convoca y envía. El discípulo es enviado a las periferias existenciales.

Francisco

Ante el hambre en el mundo I: persona y dignidad

La persona y la dignidad humana corren el riesgo de convertirse en una abstracción ante cuestiones como el uso de la fuerza, la guerra, la desnutrición, la marginación, la violación de las libertades fundamentales o la especulación financiera, que en este momento condiciona el precio de los alimentos, tratándolos como cualquier otra mercancía y olvidando su destino primario.

Nuestro cometido consiste en proponer de nuevo, en el contexto internacional actual, la persona y la dignidad humana no como un simple reclamo, sino más bien como los pilares sobre los cuales construir reglas compartidas y estructuras que, superando el pragmatismo o el mero dato técnico, sean capaces de eliminar las divisiones y colmar las diferencias existentes.

En este sentido, es necesario contraponerse a los intereses económicos miopes y a la lógica del poder de unos pocos, que excluyen a la mayoría de la población mundial y generan pobreza y marginación, causando disgregación en la sociedad, así como combatir esa corrupción que produce privilegios para algunos e injusticias para muchos.

Papa Francisco, obispo de Roma

Alabar a Dios I

¿Y cómo se alaba a Dios? Se le alaba saliendo de nosotros mismos, «gratuitamente, como es gratuita la gracia que Él nos da», explica el Papa Francisco. El mismo invita a un examen de conciencia sobre la manera de rezar a Dios, dirigiendo a los presentes esta pregunta:

«Usted que está aquí en Misa, ¿usted alaba a Dios o sólo le pide o le da gracias? ¿Pero alaba a Dios? Es algo nuevo, nuevo en nuestra vida espiritual. Alabar a Dios, salir de nosotros mismos para alabar; perder tiempo alabando. ‘¡Esta Misa, qué larga se ha hecho!’. Si no alabas a Dios, no conoces esa gratuidad de perder el tiempo alabando a Dios, la Misa es larga. Pero si tienes esta actitud de alegría, de alabanza a Dios, ¡eso es hermoso! La eternidad será eso: ¡alabar a Dios! Y no será aburrido: ¡será bellísimo! Esta alegría nos hace libres».

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Seguir a Jesús III: papa Francisco

«Las riquezas -constató el Papa Bergoglio- son un obstáculo» que no facilita «el camino hacia el Reino de Dios». «Cada uno de nosotros tiene sus riquezas», siempre hay una riqueza que nos «impide acercarnos a Jesús». Todos, prosiguió, «debemos llevar a cabo un examen de consciencia sobre cuáles son nuestras riquezas, porque nos impiden acercarnos a Jesús en el camino de la vida».

El Papa después hizo referencia a dos «riquezas culturales»: sobre todo la «cultura del bienestar, que nos vuelve poco valientes, nos vuelve flojos y nos cuelve también egoístas». El bienestar «nos anestetiza, es una anestesia

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Seguir a Jesús II. Fascinación riquezas

El «bienestar» nos «anestesia», «nos hace perezosos y egoístas», afirmó el papa Francisco hoy durante la misa celebrada en la capilla de la residencia Santa Marta. Lo «provisorio» nos asusta frente a las cosas definitivas. «El bienestar y lo provisorio son cosas que pueden alejar de Dios, son riquezas que, como el joven rico del Evangelio, impiden seguir hasta el fondo a Jesús

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Seguir a Jesús I: papa Francisco

El seguimiento de Jesús es justamente esto: ir con Él por amor, tras Él: el mismo recorrido, el mismo camino. Y el espíritu del mundo es aquel que no lo tolerará y nos hará sufrir, pero un sufrimiento como aquel de Jesús. Pidamos esta gracia: seguir a Jesús por el camino que Él nos ha hecho ver y que Él nos ha enseñado. Esto es bello, porque jamás nos deja solos. ¡Jamás! Está siempre con nosotros.

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