Y entonces, de improviso, sentí uno de esos destellos fulgurantes del sentido de la vida, que nos están reservados muy rara vez, y que era sin duda, un prodigioso regalo, un don de la ruta cervantina. Había dicho el anciano: “No hay sitio, ni persona, que no tenga nada que ofrecer”.
Allí, en la tierra de don Quijote, bajo la acacia, pensé que esa era justamente la noble y alta visión que había tenido Cervantes en su novela. Que nuestro escritor había querido escribir y celebrar la Realidad sabiendo que todos sus lugares, sus seres, son “cantables”, y que todos tienen algo que ofrendar, en el gozo, en el error, en la belleza y en el sufrimiento; en la alegría y en la desolación. Y que, a cambio, la realidad, la Realidad, le había correspondido haciendo, complacida y entregada, una Jornada de puertas abiertas de sí misma, a la que el pueblo, es decir todo ser humano, estaba invitado.Pedro García Montalvo
Un comentario en «Tierra cervantina: desde el Quijote»
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Hola que tal gracias por tu aportación.Muy bonito.
«No hay sitio ni persona que no tenga nada que ofrecer».
Las personas podemos ofrecer cosas buenas a nuestro projimo siendo instrumentos del Señor dando paz,amor y fe.Y Dios puede usar cualquier persona y lugar para ayudarnos a todos.Y también hay que tener más fe y no ser ciegos para darnos más cuenta de esta realidad.
Cuidate.
Un saludo.