La vida eterna II

Consiste, asimismo, en la perfecta satisfacción de nuestros deseos, ya que allí los bienaventurados tendrán más de lo que deseaban o esperaban. La razón de ello es porque en esta vida nadie puede satisfacer sus deseos, y ninguna cosa creada puede saciar nunca el deseo del hombre: sólo Dios puede saciarlo con creces, hasta el infinito; por esto, el hombre no puede hallar su descanso más que en Dios, como dice san Agustín: «Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón no hallará reposo hasta que descanse en ti».
Santo Tomás de Aquino

Duna21

2 comentarios en «La vida eterna II»

  1. Para una reflexión en voz alta:

    Si tomamos aquello en lo que cada uno cree como lo perfecto, lo único….estamos desechando de alguna manera todo lo demás. Y yo creo que eso nos empobrece y nos puede conducir a un absolutismo que descarte, otras visiones, de raíz.

    Yo sigo creyendo en la mezcla como riqueza.

    Unn abrazo bien fuerte.

  2. De acuerdo, por otro lado, en que nuestros deseos y la vida eterna (la de nuestros seres queridos, la nuestra) pueden coincidir. Ya dijo Freud, más o menos, que precisamente eso, que nuestros deseos y la realidad de la fe en la vida eterna coincidieran, era lo que le hacía cuestionarse acerca de la verosimilitud de esa vida eterna. Un abrazo bien fuerte y, como siempre, disculpad por entrar en un espacio tan vuestro. Pero, también como siempre, gracias por las reflexiones que me interpelan y me hacen meditar y cuestionarme.

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