La pascua de Wislawa Szyborska

Tiene un nombre difíclmente pronunciable en castellano, pero su poesía, que es el verdadero lenguaje, es transparente, cristalina, sencilla y pura como la luz tamizada que baña las llanuras de su tierra natal, Polonia. Murió el primer día de febrero de este año: Wislawa Szyborska.

Había nacido en 1923 y recibido el Nobel de literatura en 1996. Uno de esos nóbeles que todo el mundo ve como un regalo del cielo. Hace ya unos cuantos años nos dieron un poema suyo en una vigilia de Pentecostés. Su primer verso decía

Es urgente inventar nuevos atajos

e iba recorriendo urgencias llenas de poesía:

descubrir nuevos horizontes, abrir sendas al viento, habitar otras noches pobladas de luciérnagas.

Siempre la luz iluminando la oscuridad, la anchura en el aprieto, el camino del viento susurrado, el camino del Espíritu. Quizá por eso fue un poema que me enamoró de esta poetisa.

Eran tiempos, los de mi lectura, en que andada empeñado en la renovación de la vida religiosa, en odres nuevos para un vino nuevo, en novas bellas, y me cautivó leer:

Es urgente izar nuevos versos, escalar nuevas metáforas y traer esperanzas reprimidas por la angustia.

Siempre he pensado que la vida religiosa tiene que ver con la poesía, con el tenue vibrar de una emoción que conmociona al escuchar la llamada, sígueme, y caer rendido, sin remisión posible, en los brazos del Amado. La vida religiosa, metáfora del amor más radical. La vida religiosa, la vida cristiana, que nos pone en movimiento, pues somos homo viator, hombres caminantes, que van hacia donde nacen los sueños, esculpiendo la vida con nuevas y bellas artes, al igual que el Artesano que siempre nos recrea. Origen y Destino, Alfa y Omega, principio y fin en Cristo.

Es urgente partir sin miedo, sin miedo y sin demora, hacia donde nacen sueños, buscar nueva artes de esculpir la vida.

Seguro que la escritora, llena de poesía, estará donde nacen los sueños de la eternidad.

Años después escribí a mano esta poesía en una postal de “La mañana de Pascua”, de Caspar David Friedrich. Y desde entonces la tengo en mi breviario. La mañana de Pascua, obra que también tiene enormes resonancias. Tuve una reporducción, tamaño poster, enmarcada en mi despacho, delante de la mesa de trabajo.

La mañana de Pascua, la luz está en plenitud, resucitada, aunque las mujeres estén en todavía en la noche. Está vivo quien creen muerto en el sepulcro.

La mañana de Pascua es un óleo muy pequeño, 43,7×34,4cm, que podemos admirar en el Thyssen de Madrid. Nos dicen de él:

«Silencioso y de honda quietud, contiene un simbolismo, alusivo a la vida y a la esperanza, marcado por la personal interpretación religiosa del pintor. Unos personajes de espaldas se disponen en un sendero como pequeñas figuras en la inmensidad de un paisaje invadido por la luna, visible todavía en lo alto del firmamento, que se contrapone con su resplandor al amanecer. Esta contraposición se ha interpretado como un signo alusivo a la muerte y resurrección.»

Muerte de la poetisa, que renace en sus versos, ahora, aquí, en este momento en que escribo esto. Vida que me acerca a la Vida del Espíritu cuando leo sus poemas, tan llenos del luz:

Es urgente inventar nuevos atajos,
encender nuevas antorchas
y descubrir nuevos horizontes.
Es urgente romper el silencio,
abrir sendas al viento
y, paso a paso,
habitar otras noches
pobladas de luciérnagas.
Es urgente izar nuevos versos,
escalar nuevas metáforas
y traer esperanzas
reprimidas por la angustia.
Es urgente partir sin miedo,
sin miedo y sin demora,
hacia donde nacen sueños,
buscar nueva artes
de esculpir la vida.

Amén.

 

 

4 comentarios en «La pascua de Wislawa Szyborska»

  1. Rendirse, desmayarse y entregarse antes de que la luz lo inunde todo. Abrir sendas que nadie sospecha, avanzar cuando todo parece perdido y la noche no hace sospechar el día. Poesía, Arte, vida, música y luz, mucha luz.
    Hermosa entrada que ilumina el día.
    Gracias

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