Consagración

Apresurémonos pues a consagrarle todo el amor de nuestro corazón a este Dios que, para obtenerlo, sacrificó su sangre, su vida, a él mismo. «Si supieras eldon de Dios, decía Jesús a la Samaritana, y quién es el que te dice: ‘ Dame de beber ‘ » (Jn 4,10). Es decir: si supieras la grandeza de la gracia que recibes de Dios… ¡Oh, si el alma comprendiera qué gracia tan extraordinaria le hace Dios cuando reclama su amor en estos términos: «Amarás al Señor tu Dios».

¿Quién al escuchar a su príncipe decirle: «Ámame», no quedaría cautivado por esta invitación? Y Dios ¿no conseguiría ganar nuestro corazón, aunque nos lo pida con tanta bondad: «Hijo mío, dame tu corazón?» (Pr 23,26) Pero este corazón, Dios no lo quiere a medias; lo quiere entero, sin reserva; este es su mandamiento:»Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón».

San Alfonso María de Ligorio

28167A158

Deja una respuesta