Licor de la felicidad

Y aquél fue el final de los piratas de los siete colores, poseídos por el afán de la lectura purgan sus muchos pecados, y los ríos de sangre derramada, aprendiendo a comprender el misterio de la realidad y el insondable abismo del alma, temblando ante la Belleza que trae la comprensión y despertando en su interior las ramificaciones iridiadas de la Gran Lámpara del hombre de cinabrio. Y son felices, en efecto, son felices. ¿Por qué no había de ser posible purgar el karma de las malas acciones gustando de forma interminable el licor de la felicidad?

Andrés Ibáñez,   El perfume del cardamomo.

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