Creo saber cuál es el idioma que el emperador Federico -¡ojalá esté ardiendo en el infierno!- quería conocer. Cualquier palabra, en cualquier lengua , dicha amorosamente, desciende de este idioma. Tal vez el amor con el que Dios le habló a Adán antes de la expulsión del Edén sea el verdadero idioma del Paraíso, y sus ecos resuenan débilmente en las torpes palabras de amor que proferimos con nuestras bocas imperfectas
Verónica Murguía, El lenguaje del paraíso, en El ángel de Nicolás