Abrahán

Abrahán es el padre y modelo de nuestra fe. Dios lo atrajo a sí y luego lo probó con miras a hacer de él el padre de un pueblo innumerable. La verdadera posteridad de Abrahán es Jesucristo



Abrahán es el padre y modelo de nuestra fe. Dios lo atrajo a sí y luego lo probó con miras  a hacer de él el padre de un pueblo innumerable. Abrahán vivió bajo el signo de la iniciativa de Dios. Lo escoge de la descendencia de Sem, Le hace salir de Ur de los caldeos (Gen. 11. 30-31), a 9 km del río Éufrates, y lo conduce por los caminos que El quiere a un país desconocido (Heb. 11. 8). Los orígenes de Ur se remontan al año 6.000 a. JC.

Abrahán fue elegido de Dios, en una iniciativa de amor, y le promete un porvenir maravilloso. Todo lo que se le pide es una gran fe y una acogida generosa al designio de Dios. Su porvenir dependerá totalmente del poder y de la bondad de Dios.

Abrahán es un nómada al que Dios le dará una tierra (Gen. 12. 7 / 13. 15 / 17. 8) y le hará muy fecundo (Gen. 12. 7 / 16. 10 / 32. 17) en unas circunstancias que parecen contrarias. Abrahán es ya mayor de años y su mujer Sara ya no está en edad de tener hijos.

Dios purifica y fortifica la fe de Abrahán en la prueba. Le pide que sacrifique a su hijo Isaac, en quien estriba la promesa (Gen. 22. 1) Y Abrahán “no rehúsa a su hijo” (Gen. 22. 12-16). En los cultos cananeos se practicaban los sacrificios de niños. Pero Dios salva a Isaac (Gen. 22. 8. 13). Una vez más, Dios revela que su designio no está ordenado a la muerte sino a la vida.

Abrahán, en la mente de Dios, está llamado a ser “padre de multitudes” (Gen. 17. 5). El cambio de nombre, Abrán por Abrahán, atestigua esta orientación. La paternidad de Abrahán es una paternidad universal (Gen. 22. 18). Su vocación está en ser padre y su gloria está en su descendencia. Las promesas que Dios hace a Abrahán se refieren a su paternidad (Gen. 13. 15 / 17. 7) y se las repite a Isaac y a Jacob (Gen. 26. 3 / 28. 13).

El pueblo elegido, al verse oprimido en Egipto, clama a Dios para que se acuerde de su alianza con Abrahán, Isaac y Jacob (Ex. 2. 23). Y para obtener el favor de Dios, la mejor oración es dirigirse a Abrahán. Yavé responde a los ruegos de Moisés y le dice: “Acuérdate de Abrahán, de Isaac y Jacob…” (Ex. 32. 13).

En el NT. se nos dice que no basta con provenir físicamente de Abrahán para heredar sus promesas. Hay que enlazar con él espiritualmente. Es falsa la confianza que no va acompañada de una profunda docilidad y fidelidad a Dios (Ezq. 33. 24-29 / Mt. 3. 9 / Lc. 16. 24 / Jn. 8. 37-44).

La verdadera posteridad de Abrahán es Jesucristo, hijo de Abrahán (Mt. 1. 1). Abrahán estaba orientado hacia la venida de Jesús. Y todos los que creen en Cristo pueden tener participación en las promesas de Abrahán (Gal. 3. 14).

“Todos sois de Cristo, luego sois descendientes de Abrahán, herederos según las promesas”. (Gal. 3. 28). El “seno de Abrahán” (Lc. 16. 22) es la patria definitiva de los creyentes .

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