Alejandro Rodriguez Sm y su lección magistral sobre la Vida.

El tres de mayo, lunes y en la comida, ya no nos indicaste con tu dedo (a los que siempre se nos olvida) que había habido cambio de servilletas… te nos habías ido el sábado 1 de mayo para cuando (casi) todos estábamos de excursión de comunidad. Pero: ¿en verdad te nos fuiste aquel día? No, Alex, no. Las lecciones magistrales se valoran con el tiempo, y la tuya y por lo que se refiere a la Vida la estamos comenzando a pregustar. 

Y es que entre que tu que no te querías ir, y nosotros que no te queríamos dejar marchar,  hemos podido constatar que en los momentos complicados y difíciles, Dios que es Amor, es cuando mejor se nos viene a mostrar.
 
Y a nosotros tus hermanos, ese Amor, se nos ha revelado de formas muy diferentes: en esos ojos cargados de luz y esperanza que nos miraban como diciendo “aquí estoy, para ti, con vosotros”; esa pelota de goma que apretabas sin parar; Amor mostrado y revelado en tus hermanos y sobrinos que nos han hecho sentir Familia Marianista de verdad… y en esta comunidad, que GRACIAS a ti, a llegado a ser precisamente eso… «más» Comunidad.  
GRACIAS Alejandro por esta lección que nos has dado, María ya te acoge… y tranquilo que ella seguro te está llevando hasta Jesús; saluda a Manolo de nuestra parte y disfruta con él ya ese gran banquete que recrea y enamora. Descansa en paz.

 

 

PD: el funeral se realizará, hoy sábado a las 16horas en la Iglesia del Colegio del Pilar.

5 comentarios en «Alejandro Rodriguez Sm y su lección magistral sobre la Vida.»

  1. Para muchos la vida deja de tener sentido cuando se pierde la cabeza o la movilidad, para nosotros la cruz de una vida postrada en cama es signo de redención. En estos meses Alejandro ha removida la vida de comunidad, ha hecho que todos nos pongamos a servirle, a recuperar la esencia de ser hermanos que se aman. Él no tenía nada con que dar las gracias, ni tan siquiera la voz, pero a nosotros no nos hacían falta porque esperamos el día del encuentro eterno donde juntos daremos gracias a Dios por cuanto nos dio y nos quitó. Creo que para Alejandro estos meses habrán supuesto un tránsito una preparación necesaria para el encuentro con el Padre. Ahora ya descansa, esperándonos para volver a señalarnos con el dedo, esta vez no la servilleta, si no al Señor mismo que nos aguarda.

  2. Todos los domingos durante estos ocho meses que has estado postrado en la cama, miraba el banco donde te sentabas, y que cuando pasaba a tu lado, siempre te ponía la mano en el hombro y te daba un apretón de cariño, de soliralidad.
    Te recuerdo con tanto cariño. Tu sufrimiento muchas veces se hacía mio, tu tristeza, esos días que parecían oscuros, coincidieron también con una etapa en mi vida de sombras, sufrimiento, de dolor del alma, pero tu estabas ahí, y eras mi ejemplo, mi fortaleza, saberte siempre presente y en continua oración con María.
    Adios Alejandro, se que físicamente ya no volveré a verte en tu banco los domingos, pero tambien se que tu espíritu estará siempre con tu familia, tu comunidad, tus hermanos, con todos los que ya participan de la gloria de Dios.
    Un abrazo.

  3. Creo que hoy mi corazón ha entendido un poquito mejor el por qué de la cruz.

    La primera lectura de hoy nos decía que «Dios, para quien y por quien existe todo, juzgó conveniente, para llevar a una multitud de hijos a la gloria, perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de su salvación».

    Pero todo empezó anoche, cuando leí un cuento que me enviaba una amiga. Hablaba del corazón «perfecto» de un joven y el corazón repleto de cicatrices de un anciano. El corazón de este último había sido un corazón entregado…

    No conocí mucho a Alejandro, pero seguro que su vida podría asemejarse a la del anciano del cuento. Le doy gracias a Dios por su vida y todo mi cariño para la comunidad del colegio.

  4. Gracias Lorenzo.
    Sin duda los sufrimientos, incluso los inmerecidos nos asemejan más a su Hijo. No es que nuestro dolor pueda asociarse al de la cruz de Cristo, es que Cristo ya se ha anticipado a cargar con nosotros nuestros sufrimientos. Por eso cuando cargamos con la cruz él todavía se nos hace más cercano.

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