Analfabeto

Le daba lástima que comprendiera tan poco las riquezas de la vida, que jamás se diera cuenta de la belleza que ella admiraba tanto, por ejemplo, en las alas tornasoladas de un anadón, ni el verdor de las hojas de los algodoneros en primavaera, ni el suave olor que despedía un potrillo al acariciarle con la mano. Para él, toda aquella tierra y los animales que se sustentaban de ella no eran más que simples herramientas de trabajo de una fábrica.

Louis Bromfield, La laguna

Mieses 001